Cruceros por doquier

Ya no hay que ofrecerles sueños sino realidades, resaltando la capacidad hotelera y museística

Hace veinte años la ciudad de Málaga logró la aprobación de su Plan Especial del Puerto. El intenso y tenaz trabajo al frente de la organización portuaria de Francisco Merino Ruiz de Gordejuela dio sus frutos y, tras convencer en Miami a las principales navieras internacionales, los cruceros comenzaron a llegar a nuestras nuevas instalaciones. Si tenemos en cuenta la posición de desventaja de la que partíamos por entonces, donde el puerto de Málaga se usaba preferentemente para la descarga petrolífera y la reparación de buques, el avance ha sido absoluto. Contar hoy con un muelle turístico abierto a la ciudad, y con una transición directa a través de la Plaza de la Marina entre el centro histórico y el mar, es todo un lujo que siempre mereció y echó en falta la capital de la Costa del Sol. Pero no olvidemos nunca el enorme trabajo que ha costado definir este atractivo modelo portuario y como, a pesar de muchos pesares, continúa hacia delante. Hoy puede que el tema del hotel en el dique de Levante centre la atención de esta zona de Málaga, y de esos sectores de la sociedad que se entretienen atacando cualquier proyecto que se precie, pero cabe resaltar las interesantes noticias que están ocurriendo en el mundo de los cruceros, y que tanto benefician a nuestra ciudad.

Tanto es así que, según los datos aportados por la propia Autoridad Portuaria, el primer semestre de este año nuestra actividad crucerística superó la de Barcelona y Baleares. Por lo que no sería de extrañar que, en virtud del ataque a turistas y del enrarecido ambiente catalán, en este segundo semestre el vuelco se consolide. Quizás sea el momento estratégico para que nuestros responsables portuarios volvieran a negociar, como hace más de veinte años lo hicieron, el incremento de partidas de cruceros desde nuestra ciudad hacia el Mediterráneo. Hoy ya no hay que ofrecerles sueños y proyectos sino realidades concretas, resaltando especialmente una capacidad hotelera y museística como nunca tuvo en el pasado. Y unido a estas dos características, el atractivo de nuestra ciudad se complementa con la hospitalidad de sus gentes y la estabilidad política de su región, que hoy por hoy son importantes ventajas competitivas. Como bien nos recordaba el filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson: "La buena hospitalidad es sencilla; consiste en un poco de fuego, algo de comida, y mucha quietud."

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