Con una cosa y con otra, la una aburrida, la otra acalorada, recurro a Rafael Alberti y me dice aquello de: "Verte y no verte. / Yo, lejos navegando, / tú, por la muerte". Y me acuerdo de ti, Federico. Sí, ya sé que los versos son para Ignacio Sánchez Mejías pero la palabra muerte, en agosto, agota para mí cualquier referencia, cualquier llanto y remueve en mí el rigor de la denuncia ante tu atroz asesinato. A Ignacio lo mató un toro. ¡Ay, dolor! A ti te mataron con premeditación, con saña, con venganza, a ti y a tus compañeros de fusilamiento. Sí, Federico García Lorca, con una cosa y con otra, llegué a olvidar lo inolvidable: a tu muerte, a tu vida, a tu obra, a tu mundo, a tu ángel, tu gracia, tu talento, tu poesía, tu teatro, tu Granada, tu infortunio. Asesinado con la alevosía de la venganza, con la frialdad incalculable de la maldad acumulada, de la insuperable envidia, de los celos latentes en mandos y dictadores desalmados ante tu fascinante crédito. Otro año, otro aniversario, otro 19 de agosto, otra terrible sensación de inutilidad y mentira ante tu martirio.

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