Los asuntos del mar, para aquellos que hemos nacido en su costa son muy complicados. Había que esperar para ir a la playa hasta el 17 de julio. El 16, la Virgen del Carmen bendecía las aguas para que te libraran de cualquier percance. Días antes había que purgarse con agua de Carabaña por aquello de limpiar el físico. El tema del bañador era un conflicto anual. Mis padres me compraban uno "no muy caro" y aquello era imponible; una vez mojado se pegaba al cuerpo y se evidenciaban las evidencias del mocito. No eran tiempos de gafas de buceo, flotadores, ni raquetas de pádel. Había que conformarse con un cubito y una pala o el paseo por el rebalaje cogiendo conchas, caracolas o cristalitos de colores. Prohibido entrar en el agua con alguna digestión en proceso. Antes de bañarte tenías que sumergir los tobillos y las muñecas para atemperar el cuerpo. Y por supuesto no dar ahogadillas a nadie y así no te las daban a ti. Los medios me dan la cifra de 300 ahogados en lo que va de año. Algo falla en la educación playera de nuestros bañistas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios