A la tercera va la vencida

Tachar de fascista a Trump y después tratar de negociar con las empresas de ese país, puede ser un gran escollo

Decía un romance anónimo medieval: "Tres eran tres; rubia, castaña y morena; tres eran tres; y ninguna era buena". Parece un epílogo muy acertado y coincidente con las noticias ocurridas en los últimos procesos electorales. Parafraseando el "rubia, castaña y morena" por "Trump, Farage y Uribe" nos encontramos con tres protagonistas que, contra todo pronóstico de la opinión publicada, han vencido sus correspondientes referéndums.

Lo que sí sorprende, a estas alturas del año, es que tengamos políticos que monten en cólera cuando los resultados internacionales no les parecen favorables. Deberían plantearse dos cuestiones básicas: ¿por qué ponen en tela de juicio un resultado donde, ni ellos ni el resto de los españoles, pueden influir lo más mínimo? Y ¿cómo es posible que no prevean cualesquiera de los escenarios posteriores?

El hecho de no aceptar el resultado es realmente sorprendente. En el último debate de campaña entre Trump y Clinton, ésta última interrogó con firmeza si el primero aceptaría cualquier resultado electoral. El personaje espetó "lo aceptaré si gano" y, claro, cumplió su palabra. Pero si alguien exige una manifestación pública a un contrincante se espera, al menos, que demuestre que su altura democrática es mayor. El hecho de haber tardado tantas horas en salir a aceptar el veredicto de los votantes, alentó a muchos de sus correligionarios a negarse a ellos y expresarse con el hashtag #notmypresident en las redes sociales. ¿Es posible que haya votantes del partido demócrata que no acepten unos resultados democráticos?

Por otra parte, muchos políticos españoles esperaban un único resultado posible de estas elecciones norteamericanas. Eso nos hace pensar que algunos partidos tienen poca resistencia a la adversidad. Tachar de fascista al nuevo presidente de Estados Unidos y después tratar de negociar desde, por ejemplo, Madrid o Barcelona con las empresas de ese país, puede ser un escollo mayúsculo. Por tanto sería interesante que los políticos demuestren más calma y sosiego en sus bravuconadas que el resto de la sociedad, que para eso los hemos elegido.

El próximo año habrá elecciones francesas y alemanas. Sería conveniente que los partidos se planteen todos los posibles escenarios postelectorales, con sus ventajas e inconvenientes, y así los medios de comunicación también harán una lectura más objetiva en sus futuros análisis electorales.

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