A vueltas con el 36

Dejamos la patria como un solar a base de darnos hostias entre amigos que antes compartían una cerveza

Creo que tengo bastantes conocidos. A muchos los podría calificar como progresistas o de izquierdas. Otros son de derechas o muy de derechas. También conozco gente de extrema derecha. Algunos son mis amigos. Es posible que tenga más amigos de izquierda que de derechas porque con ellos comparto más puntos de vista que con los otros. Aunque también es cierto conozco gente de izquierdas con los que no me tomaría una cerveza. También es posible que sea al revés porque por mi profesión, estatus y residencia me es más fácil coincidir con ellos. La verdad es que no los he contado porque no me interesa. Los amigos son los que son porque somos capaces de convivir juntos y sospecho que el secreto es cierto respeto mutuo. Ni yo les doy la paliza intentando convencerles de lo que nunca les convenceré, ni ellos me dan la brasa para que comulgue con ruedas de molino. Lo que no impide que de vez en cuando confrontemos opiniones de manera civilizada o bromeemos escenificando las posturas más cerriles e irracionales. En esos casos, sabemos que bromeamos y los límites que no se debemos cruzar. Que no suelen estar en lo que decimos, sino en el tono y la forma en la que lo hacemos. Y por supuesto, tenemos prohibidos los móviles, cuyas tarjetas de memoria las rellena el diablo para que un fundamentalista de cualquier especie y piel extremadamente fina saque el vídeo de la payasada del contexto de unas cervezas y te veas dando explicaciones por el supuesto delito de odio que ha percibido su ojo talibán.

El que quiera un recuerdo del momento, que saque un bolígrafo y una servilleta y lo dibuje. Como en el 78, cuando no había Smartphones ni redes sociales y empezamos a construir la actual democracia sobre la idea común de que nunca podíamos volver al 36. Idea que no parece que le disguste a Abascal y compañía. Porque, si le pareciese, habrían desacreditado de raíz la intervención de los tres cobardes indocumentados musculitos que, tras actuar en su concierto el sábado, ahora se excusan diciendo que no quieren volver a ese año, sino que es la izquierda la que nos lleva a él. Por mucha música que le pongan, esta no es la España de la Segunda República y Dios nos guarde de que vuelva a ser la del 36. Ese año dejamos la patria como un solar a base de darnos hostias entre amigos que antes compartían una cerveza. Claro que, para saberlo, hay que tener memoria histórica o, simplemente, haber estudiado

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