Ahora que un multimillonario estúpido gobierna el país más poderoso del mundo. Ahora que asesinos fulminan a todo el que se encuentren por delante con cuchillos o bombas sin saber muy bien por qué en nombre de una supuesta defensa a ultranza del Islam. Ahora que miles de personas se siguen jugando la vida, cruzando el Estrecho en pateras sin saber nadar, de día y de noche, para llegar a Europa con una mano delante y otra detrás, con la costa andaluza como paraíso soñado. Ahora que hay tantos refugiados repudiados en tierra de nadie, incluyendo centenares de niños que no entienden qué hacen allí ni por qué lo están pasando tan mal. Ahora que hay guardias civiles drogados que provocan accidentes mortales en la carretera. Ahora que hay políticos que roban sin pudor y otros se mofan de los ciudadanos con las "zanahorias". Ahora que los catalanes están más egoístas que nunca. Ahora que hay curas, muchos de alto rango, que siguen siendo pederastas. Ahora que los jóvenes españoles tienen otra vez que emigrar porque la tasa de paro juvenil en Andalucía es enorme. Ahora que dejamos un mundo más contaminado a nuestros hijos. Ahora que la humildad cotiza a la baja para ser competitivo. Ahora que el regetón está destrozando la música, idiotizando al personal y promoviendo mensajes machistas mientras millones de mujeres cantan y bailan como si no hubiera un mañana.

Ahora que dan ganas de mandarlo todo a tomar viento y ser el primero en soplar, es el momento de la gran revolución. No tecnológica, sino la de las personas honestas. Las que ven con horror todo lo que pasa. Es el momento de arrimar el hombro, de colaborar más con los que ayudan a otros sin ánimo de lucro. Por simple bondad, que afortunadamente es genética en la mayoría de las personas de este planeta aunque sean las malas las que hacen más ruido. Ahora es el momento de demostrar que otro mundo es posible, sin etiquetas políticas ni miedos. Partiendo desde la base: la solidaridad, el sentido común y la humanidad.