Postales desde el filo

Expertos

Theresa May ha debilitado su liderazgo interno y ha hecho el ridículo ante Europa

Uno imagina a la primera ministra del Reino Unido asesorada por cualificados expertos que le ayudan a tomar las mejores y más sabias decisiones. Tan útiles para mejorar la vida de sus ciudadanos, como para hacer más grande su país o salvaguardar sus propios intereses políticos. Pues no, lo que ha pasado en las recientes elecciones parecen indicar lo contrario. Es posible que, como dice Daniel Kahneman, los expertos, que después de todo son seres humanos, se hayan deslumbrado con su propia brillantez. Adelantar las elecciones tenía tanto sentido y como riesgos. Theresa May, al no estar legitimada por las urnas, quería reforzar su mayoría parlamentaria. Tanto para sacar músculo ante los negociadores europeos, como en su propio partido. Cabe pensar que, al igual que Cameron con el referéndum, lo que realmente buscaba era fortalecer su liderazgo entre los tories. Para protegerse de sus compañeros de partido y porque serán los diputados quienes tendrá la última palabra sobre el Brexit.

Todo le ha salido al revés. Se ha debilitado su liderazgo interno y ha hecho el ridículo ante Europa. Su legitimidad ante la UE radicaba en representar al pueblo inglés que había decidido libremente romper con la Unión. Ahora ese mismo electorado, sin quitarle la razón, ha puesto en sus manos Kryptonita. Cómo no supo evaluar el riesgo de que, aún ganando, podía perder. O las posibilidades de crecimiento de los laboristas. O de que los votantes contrarios a abandonar la UE se podían tomar ahora la revancha. Su campaña, por otra parte, fue errática hasta el punto de que, más que Corbyn y sus tradicionales recetas, fue ella con sus propuestas la mejor movilizadora del electorado laborista: saltó de un liberalismo compasivo a emular a Thatcher con duras medidas de recorte que evocaron el fantasma del Poll Tax de la Dama de Hierro.

Dice mucho de los grandes partidos que uno, con la experiencia y tradición del Partido Conservador, haya cometido de forma consecutiva dos errores tan groseros. Cuando parecía que nadie superaría el fatal error de Cameron con el referéndum del brexit. Llegó su sucesora May adelantando las elecciones para pegarse un tiro en el pie, o para ser más preciso, -como ha dicho un diputado tory- se lo ha pegado en la cabeza. Mucha confianza debía tener en su decisión, pero, volviendo a Kahneman, "la confianza subjetiva es un indicador muy pobre del acierto de un juicio". Vivimos tiempos confusos.

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