El independentismo fracasó en su intento de internacionalizar el conflicto secesionista. Su mayor éxito publicitario fue la reproducción viral de vídeos y fotografías de las cargas policiales contra ciudadanos estratégicamente situados para impedir el cierre de colegios electorales. Perseguían el objetivo de proyectar al exterior la imagen de un estado represor y antidemocrático impidiendo a los catalanes ejercer su derecho de voto. Conmovidos por la dureza de las imágenes, la mayoría de los líderes europeos recomendaron a nuestro gobierno el diálogo como instrumento para resolver el conflicto. Por otra parte, desde que se iniciaron las acciones judiciales, distintos tribunales han denegado las euroórdenes emitidas por nuestro TS y los huidos de la justicia campan libres por Europa.

Con estos antecedentes, no parece que el nuevo intento de nuestras derechas de internacionalizar el conflicto catalán tenga más éxito que el que intentaron sus antagonistas. Aquella reacción temprana de los dirigentes europeos permitía ver que nuestros socios continentales tenían una percepción distinta a la española sobre el conflicto. Ahora, carece de sentido exigir a la Comisión Europea que intervenga en nuestro país por un acuerdo entre partidos o por una ley non nata. Que haya motivos para la preocupación no significa que haya razones para la intervención. Ni que para la UE estemos suprimiendo derechos y libertades, como Polonia o Hungría, según afirman los eurodiputados de C´s, PP y Vox. O que Bruselas considere que el Estado de derecho esté en riesgo en nuestro país o que peligren por ello los fondos Next Generation, como afirma González Pons: el que desoyó las recriminaciones de Reynders por el bloqueo a la renovación del CGPJ, que lleva un lustro deteriorando nuestro Estado de derecho y cuyo responsable es el PP. Ni tampoco es sensato pretender que los europeos vean a Pedro Sánchez como un tirano o como un Tejero. Son los populares europeos -profundamente divididos entre los que se consideran continuadores de Monnet, Schuman o Adenauer y los que tienen a Petain, Mussolini, Hitler o Franco como referentes- los más interesados en la internacionalización del conflicto, para pescar en el río revuelto de la crisis política española. Aunque lo único cierto es que, sin ley de amnistía como contrapartida de la investidura, la oposición habría dicho las mismas barbaridades contra el presidente democráticamente elegido.

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