Filibusterismo procesal

EL TSJA acaba de quitarle la razón al Ayuntamiento de Málaga en su enésimo conflicto sobre el Metro

El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) acaba de quitarle la razón al Ayuntamiento en su enésimo conflicto sobre el Metro. No una poca, sino toda. Hasta el punto de desestimar todos y cada uno sus argumentos, que al margen de las razones jurídicas esgrimidas, no parecían tener pié ni cabeza. Así lo explica la sentencia. Si el proyecto básico no presenta varios trazados alternativos es porque responde a la elección adoptada en 2013 con el propio recurrente. Obvio. Lo que convierte en inconcebible la alegación de que no se haya tenido en cuenta la discrepancia entre las dos administraciones y sobre la que el Tribunal sentencia que no se ha manifestado. Y es que según me explicaron un día, y más tarde me demostraron en algún que otro ayuntamiento, la administración se manifiesta por escrito. Igual que roza el surrealismo invocar la falta de información pública después de que sólo nos haya faltado discutir el color de los vagones. Salvo que se confunda a ésta con el reclamado consenso y a éste, con la imposible unanimidad de un vecindario sobre el que primero tendríamos que discutir dónde acaba. Pero lo esencial es que "estamos en un estado de derecho y lo que diga los tribunales es importante". Lo que significa que pagaremos las costas y podremos un nuevo recurso. Aunque no vaya a ninguna parte.

En la práctica parlamentaria, se denomina filibusterismo al obstruccionismo parlamentario consistente en hablar sin límite para dilatar los plazos. Seguramente que el asunto tiene su enjundia, pero como contribuyente, confieso que me importa tres higas si el proyecto lo tenía que aprobar la Consejería de Fomento o Consejo de Gobierno de la Junta. Que por supuesto haría lo que le dijera su Consejero. Me preocupa en cambio el aumento de la factura técnica del metro y que las constructoras que ejecuten las obras aprovechen estas brocas para pescar en río revuelto, porque al final se pagarán con nuestros impuestos. Como vecino, que el consistorio confunda el transporte público con la EMT. Que lo presta, y muy bien, pero que en una ciudad como Málaga debe saber complementarse con otras alternativas. Al final, me preocupa que la defensa de la autonomía municipal, que según el TSJA tampoco se ha vulnerado, sirva para que el metro llegue tarde. O nunca. Las dos veces que este lunes tuve que moverme entre la Alameda y el Materno me quedé esperando y tenía prisa.

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