Málaga

El estudio del Metro al Civil señala riesgo arqueológico en la parte inicial del ramal

  • Plantea declarar zona de cautela los primeros 500 metros del tajo, coincidentes con la parte soterrada y propone realizar 50 zanjas de 8 metros de largo para determinar la incidencia

El Metro de Málaga se sitúa en la antesala de su particular recorrido hasta el entorno de los hospitales Materno Infantil y Civil. Tras el anuncio realizado la pasada semana por la consejera de Fomento, Elena Cortés, el proyecto de trazado de la prolongación de la línea procedente de Carretera de Cádiz (42 millones y 24 meses de obras) está ya abierto a consulta de los colectivos y ciudadanos interesados en conocer su contenido y en presentar alegaciones al mismo. Una acción que se alargará durante un mes.

Aunque parte de las líneas del informe ya han sido dados a conocer por la propia Agencia Andaluza de Obra Pública, Málaga Hoy pudo consultar los cuatro tomos que integran el documento, destacando las advertencias que desde el punto de vista arqueológico realizan los redactores del informe. La cuestión es especialmente sensible debido a los antecedentes de Callejones del Perchel, donde los hallazgos rompieron todas las previsiones temporales para la construcción de la infraestructura.

El estudio de impacto ambiental de este tajo recoge la necesidad de considerar los primeros metros del recorrido, entre los puntos kilométricos 0+100 y el 0+500, que coinciden con la parte que se ejecutará en túnel, como zona de cautela arqueológica. Se justifica la medida en "la probabilidad de localización y afección de bienes de tipo arqueológico, lo que supone un impacto directo sobre los diferentes hitos patrimoniales".

"Esto se debe tanto a la probable existencia de restos arqueológicos, y que nos encontramos aún dentro de los límites hipotéticos del arrabal de Attabanim, como al sistema constructivo planteado para este tramo", se añade. No obstante, los propios estudiosos apuntan la posibilidad de que este sector de la ciudad fuera "seriamente arrasado por los múltiples ataques realizados durante la etapa de la conquista cristiana", lo que hace pensar que los restos estructurales que pudiera haber "se encuentren escasamente conservados y alterados por el posterior uso de huertas al que se destinó".

Como medidas correctoras se plantea la realización de 50 zanjas de 8 metros de largo por 1,2 de ancho, distanciándose entre ellas unos tres metros, entre los puntos 0+100 y 0+350. En caso de que los sondeos sean positivos, serán los técnicos competentes los encargados de valorar y llevar a cabo las medidas correctoras, siempre bajo la supervisión y el consenso con la Consejería de Cultura; en caso negativo, "la zona quedará automáticamente liberada".

El riesgo arqueológico baja en intensidad en el resto de los tramos. Entre los puntos kilómetros 0+500 y 0+650, correspondiente a la rampa de salida del túnel, los técnicos advierten de que no se puede desestimar "el hallazgo y localización de restos de bienes patrimoniales". A partir de este punto, el trazado discurre en superficie, hasta culminar en Blas de Lezo, sin que se descarte la posible aparición de algún resto "aislado o pertenecientes a etapas históricas más modernas".

La parte soterrada de la prolongación del ramal de Teatinos hacia la zona norte tiene una extensión de 500 metros, a los que sumar 126 metros en rampa y unos 1.200 a ras de calle. El trazado, tras partir desde la estación Guadalmedina, discurrirá por las calles Hilera, Santa Elena, Eugenio Gross y Blas de Lezo, donde concluye. La plataforma de vía, con una anchura de ocho metros, discurrirá previsiblemente por la parte central de todas estas vías, ocupando al menos dos de los carriles abiertos al tráfico en cada una de ellas.

La previsión de la Junta es que antes de finales de año se disponga del proyecto constructivo, integrando las alegaciones que sean aceptadas, y la declaración ambiental, necesaria para avanzar en el procedimiento. A partir de ahí, el tramo sería objeto de licitación y contratación, con la vista puesta en que esté finalizado y en servicio antes de finales de 2017.

Aunque la información ahora abierta al público no lo incluye, las estimaciones iniciales de demandan elevan a unos 2,5 millones los usuarios que anualmente usarán esta parte del ferrocarril urbano. Este dato, sumado a la aportación del tajo soterrado hasta Atarazanas, permitirá alcanzar y superar el umbral de los 20 millones de viajeros al año.

De los 28,5 millones de euros en los que se estima el coste de la prolongación de la línea 2 del Metro, casi 13 millones se corresponden al los 500 metros de tramo soterrado programados. En concreto, según el desglose correspondiente al presupuesto de ejecución material, la fase de infraestructura del tramo subterráneo se sitúa en 11.297.298 euros (9,8 millones son para el tramo del túnel entre pantallas), a los que sumar unas instalaciones tasadas en 1.620.000 euros. La infraestructura en superficie tiene un coste de apenas 1.158.549 euros, disparándose el valor en el caso de las instalaciones, con una previsión de 4,4 millones. En este punto destacan los 1,1 millones de la señalización ferroviaria y los 608.000 del sistema de billetaje. Hay que destacar que la superestructura ferroviaria de la parte soterrada y en superficie, costará 3,7 millones. El documento consigna otros 2,6 millones para la reposición de servicios afectados (643.473 euros para las instalaciones de saneamiento y pluviales de Emasa), y 1.579.059 euros para la urbanización, incluyendo 411.380 para las paradas, 971.770 para la reposición de firmes y 1.167.678 euros para urbanización.

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