Málaga

Vuelven los niños del desierto

  • Unos 36 menores saharauis son acogidos por malagueños a través del proyecto Vacaciones en Paz cuyo objetivo es ofrecerles asistencia alimentaria y sanitaria

Farah tiene 11 años, es saharaui y ha venido a Málaga a pasar sus cuartas vacaciones con su familia de acogida. Está encantado de estar de nuevo aquí junto a todos sus primos. Llegó el pasado 25 de junio y durante los próximos meses podrá disfrutar de la playa, la Feria y la compañía de sus familiares y amigos. No obstante, éstas serán sus últimas vacaciones en tierras andaluzas, porque a partir de los 12 años a estos niños ya no se les permite viajar, pasan a ser ilegales. Es la cara y la cruz del pueblo saharaui.

Como él, otros 36 niños han sido recibidos por diferentes familias malagueñas. Durante los meses de verano estarán alejados de las altas temperaturas y las duras condiciones de vida de los campamentos de refugiados de Tindouf, en Argelia, donde residen.

La madre de acogida de Farah, María Teresa López, lleva nueve años participando en este programa y asegura que "es estupendo". "Primero estuve con una niña durante cuatro años y ahora con Farah otros tantos" comentó. El problema es que después de las vacaciones las posibilidades de mantener el contacto es mínima, porque "las conferencias telefónicas son caras y el envío de cartas complicado" añadió.

Las dificultades que atraviesan las familias y niños saharauis no se disipan en las vacaciones. Así lo manifestó la presidenta de la asociación malagueña de amigos del pueblo saharaui, Isabel González. "Luchamos para que se respeten los derechos humanos de estas personas y su derecho a la determinación como pueblo", sentenció.

Desde la asociación se trabaja en distintos programas de ayuda a los refugiados saharauis. Es el caso de las caravanas de alimentos y productos que se envían a las zonas más afectadas o las "vacaciones en paz", cuyo objetivo es proporcionar a los pequeños una mejor alimentación y atención sanitaria durante los meses de estancia en la ciudad. Aunque lo que verdaderamente les preocupa a ellos es poder ir a la playa o la piscina, "me encanta nadar" decía Farah. Para estos niños venidos desde el desierto más árido la sensación de sumergirse en el agua es el mayor recuerdo que llevan de vuelta a sus países.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios