Málaga

Paisaje y 'skyline' para Málaga

  • Gracias al nuevo PGOU, King Kong tendrá al fin un lugar para morir en esta ciudad l Spiderman podrá tejer también sus redes, pero la cuestión seguirá siendo qué se cuece a ras de suelo l Y a todo esto, pardiez, hoy empieza la Feria l Razones de sobra habrá para mirar a donde se pisa, por ahora

YA sé, ya sé. Hoy empieza la Feria y casi no merece la pena escribir sobre otra cosa. Lo que ocurre es que quedan diez días por delante de jolgorio, alcohol, calor infernal, soponcios y mucho ruido y, mientras tanto, como último consuelo, pido una tregua. Anda mi compañero Sebastián Sánchez ocupadísimo con el PGOU de marras para informarles de todos los detalles al respecto, y entre tecla y tecla aprovecho para preguntarle mis dudas. Cuesta, con estas temperaturas, hacer cuentas sobre ladrillos imaginarios, pero ya se sabe que el Ayuntamiento aprovecha el marco ferial para soltar alguna liebre (¿recuerdan?, el año pasado nos las tuvimos que ver con el CAC, el no municipal a la gestión propuesta por Unicaja y las amenazas de rupturas en materia cultural) cuando casi todo el mundo se pregunta dónde tomarse la siguiente. De alguna forma, la Feria viene a darle la razón a Nietzsche cuando afirmaba que la democracia (perdónenle, el alemán tenía sus prontos) venía a ser "la forma en la que el imbécil, el impotente y el esclavo han conseguido igualarse al genio, al fuerte y al poderoso". O lo que es lo mismo: quienes estos días no se enteren de las transformaciones que previsiblemente ocurrirán en la ciudad, que ya se sabe que el Cartojal distrae, son los mismos que votarán en 2011. Ya los firmantes del calendario político se encargan de ello. Eso sí, el Pleno en el que se discutió ayer el dichoso PGOU se desarrolló en medio de una bulla importante, ya que muchos de quienes acudieron al Ayuntamiento para comparecer en el debate (digámoslo así) se quedaron en la puerta. Que la capacidad del salón, como la paciencia de los concejales, es limitada. Pero la presión ciudadana poco pudo hacer ante una condición de verdadero peso: el carpetazo al asunto significaba para los señores portavoces el inicio de las vacaciones, motivo de sobra para no darle más vueltas de las necesarias.

Cada nuevo PGOU sirve de inspiración para las diferentes versiones soñadas de Málaga, a la manera de las ciudades invisibles de Italo Calvino. Por ejemplo, cuando imagino las 14.000 nuevas viviendas de Campanillas recuerdo los domingos de mi infancia, cuando íbamos toda la familia a La Fresneda, a la orilla del río, que entonces bajaba limpio entre parajes de eucaliptos. Pero de todo lo propuesto por el Consistorio me quedo con las torres, las que piensan construir en Martiricos, la zona de Poniente y, por supuesto, el gran bicharraco de 45 plantas que dominará el bulevar del AVE. Se acabaron los complejos: Málaga tendrá su particular skyline, con alturas desde las que un King Kong despechado podrá arrojarse a gusto. Ha llegado el momento de crecer hacia arriba, pero lo interesante, una vez que todo esté construido, será volver a comprobar lo que ocurre a ras de suelo. ¿Qué será del rastro de Martiricos cuando quede gobernado por moles protectoras y donantes de sombras perpetuas? ¿De qué hablarán las vecinas del barrio las noches de verano que bajen a departir en los portales, con sus sillas de anea, aquejadas de tortícolis de tanto mirar hacia arriba? ¿En qué quedarán la Avenida Juan XXIII, la iglesia de San Patricio, Huelin y el camino al dionisíaco pescaíto frito del Marioeva cuando los ojos se alcen al cielo, lo importante siempre ocurre encima de nuestras cabezas, y el trasiego cotidiano pase desapercibido? Serán Historia. Al menos, Gaby Beneroso o Rafatal podrán rodar su particular versión de Manhattan sin salir de casa.

Mientras tanto, lo mejor será seguir mirando al firme. Con la Feria metida en todas partes, uno nunca sabe lo que terminará pisando.

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