Las temperaturas serán cada vez más altas, las olas de calor más frecuentes, las de frío más extremas y los periodos de lluvia más torrenciales. Éste es el panorama que los expertos pintan para las próximas décadas si el cambio climático continúa haciendo de las suyas. Pero algo que en apariencia únicamente tendrá una repercusión en el clima, supondrá un preocupante trastorno en la salud de los seres humanos. Nuevas enfermedades, ahora más propias de zonas tropicales o el continente africano, empezarán a imponerse en latitudes como la provincia de Málaga en no mucho tiempo.

A medida que el efecto invernadero se agrave, la temperatura de los océanos aumentará y la atmósfera se calentará. La consecuencia más inmediata será una alteración en la dinámica de las corrientes y un cambio más que probable en las estaciones tales y como se conocen hasta ahora. Según José Aguilera, profesor del departamento de Medicina y Dermatología de la Universidad de Málaga, el cambio en la estacionalidad de especies alergénicas, la aparición de nuevas y el alargamiento del ciclo de vida de algunas de ellas. "Y eso traducido en términos sanitarios supondrá un aumento de la población alérgica", explicó.

Estos cambios no pasarán inadvertidos para algunos insectos que tendrán la capacidad de adaptarse a las condiciones del nuevo escenario climático que se impondrá en gran parte del planeta y que acarrearán nuevas enfermedades hasta ahora desconocidas fuera de los países de origen. Los que mejor sabrán aprovechar estos cambios serán los mosquitos. El experto aseguró que los fenómenos de lluvia excesiva que se producirán en el escenario al que apuntan todos los modelos climáticos en las próximas décadas favorecerán los hábitats de reproducción para enfermedades transmitidas por estos insectos como la malaria o el dengue y que hasta ahora constituyen un riesgo únicamente para las personas que viajan a países donde son endémicas.

Otras como la leishmaniasis también están asociadas a la picadura de mosquitos tras graves periodos de sequía y su principal característica son las úlceras cutáneas indoloras en el sitio de la picadura. Por si fuera poco, el profesor de la UMA también advirtió de que el cambio climático supondrá en algunos casos un acortamiento de los periodos de incubación de los patógenos, es decir, todos aquellos organismos capaces de producir una enfermedad en un ser vivo. Así, por ejemplo, enfermedades como la leptospirosis, una enfermedad febril transmitida por una bacteria transmitida a los seres humanos cuando el agua ha sido contaminada por la orina animal infectado. Su aparición, según Aguilera, tiene una amplia distribución mundial y se asocia a las épocas de fuertes lluvias e inundaciones, aunque aún es una gran desconocida en latitudes como la de Málaga.

También la enfermedad conocida como hantavirus, que agrupa a varios virus que trasmiten los roedores tras periodos de sequía seguidos de torrenciales precipitaciones, aparecerá en el nuevo escenario si se recrudecen estos fenómenos meteorológicos, al igual que el cólera y algunas otras enfermedades diarreicas. Pero las consecuencias del cambio climático también tendrán "un impacto directo en la población por culpa de la intensidad con la que se dejarán sentir algunos fenómenos naturales", señaló.

Un ejemplo de este recrudecimiento del clima se notará en el aumento de las frecuencias de las olas de calor en esta zona del Mediterráneo. Si la frecuencia de olas de calor tiene ahora una media de dos días cada verano, a partir de 2020 será de trece días y de 40 a partir del 2071, según el estudio de este experto. El calor excesivo provocará más arritmias, problemas renales y agravará las enfermedades cardiorrespiratorias. Pero, además, se estima que la incidencia de los cáncer de piel se incrementen en un 10%. No sólo porque la radiación ultravioleta será mayor, sino porque al haber más días de buen tiempo la exposición también aumentará.