Construcción irregular de pinares

Descubriendo el 'paraíso' de Beniachvili

  • Los dos grandes cuerpos edificados por el que fuera promotor del centro hispano-ruso albergan 18 apartamentos

Asoma como una mole imponente en el Monte San Antón. Vigilada casi a diario por los técnicos de la Gerencia de Urbanismo, las continuas obras realizadas por el que fuera promotor del centro hispano-ruso, Vladimir Beaniachvili, dejan a pocos indiferentes en la ciudad y menos aún a aquellos que se han marcado como objetivo demoler lo que este empresario, que empezó a trabajar como zapatero cuando era adolescente, ha ido levantando desde finales de los años 90 al margen de la normativa vigente, toda vez que buena parte de lo ejecutado se asienta sobre suelo no urbanizable.

 

Hasta la fecha, la única referencia que se tenía del paraíso de Beniachvili era justamente lo que se podía ver desde el exterior. Las imágenes publicadas en los últimos meses por éste y otros medios de comunicación ponen de relieve la envergadura del resultado final. ¿Pero qué alberga tan magno continente? Esa es la pregunta que muchos se hacen sin tener respuesta. Hasta ahora. Este periódico ha tenido acceso a la gran edificación levantada en San Antón y, de la mano del propio promotor, ha visitado cada uno de los espacios habilitados en la misma.

 

Un recorrido que no tiene desperdicio y que da muestra del empecinamiento de un empresario al que le han llovido las órdenes de paralización y de demolición. Vladimir Beniachvili se ha convertido, especialmente en el último año y medio, en una de las grandes preocupaciones del departamento de Inspección y Disciplina de Urbanismo y, por ende, del propio alcalde, Francisco de la Torre.

 

"Es una fábrica de jugadores; es lo que quisiéramos, pero parece que no nos dejan", expresa Beniachvili al inicio de un amplio y prolongado recorrido. Con estas palabras trata de exponer la finalidad que querría que se diese a unas obras que, en un tamaño mucho más reducido, vienen a plasmar el espíritu con el que se proyectó en su día el polémico centro hispano-ruso. Un proyecto que, como recuerda una y otra vez, contó con la colaboración del Ayuntamiento y con un largo listado de cartas de apoyo del Gobierno ruso hacia dirigentes españoles, como la que Mijail Gorvachov remitió a Felipe González. La última de las misivas está firmada por el propio Beniachvili a finales de agosto y está dirigida a la Casa Real, a la que pide colaboración para aclarar el tema.

 

El itinerario marcado parte de la cota de la calle y acaba en un constante bajar y subir de escaleras. La mayor parte de lo construido está bajo la vía. "Todo está por debajo del aparcamiento, es trastero", comenta a modo de explicación. Pero en lo que él denomina trastero se extienden dos grandes comedores; 18 apartamentos, sala de gimnasio, saunas y varias salas de estancia... "Es para los chavales, para que cuando vengan puedan comer y descansar", explica, al tiempo que dice de manera clara: "Esto no es para vender, no se puede vender un metro cuadrado. La idea es una residencia social, deportiva..."

 

Ese es su sueño, que algún día todo lo ahora levantado sirva para algo. Porque como dice, desde que se construyó, "nadie lo ha usado". Atravesados dos grandes salones, todos ellos amueblados como esperando la llegada masiva de personas, la siguiente estancia es una inmensa sala con tarima. "Tiene 200 metros cuadrados", señala. ¿Con qué fin? "Dar clases de ballet", dice, al tiempo que informa con no poco orgullo de que su esposa era una bailarina muy conocida en Rusia.

 

Pero la primera imagen con la que uno se topa cuando llega a la vivienda, localizada al final de una calle que no tiene prolongación, es justamente una muestra del control del Consistorio: un precinto de la Policía Local. Una cinta veta cualquier paso por un gran portalón de madera, el mismo por el que, según detectaron hace unos meses los técnicos de Urbanismo, entraba la maquinaria que construía un muro de hormigón, una acción que, según el departamento, se realizaba sin licencia. 

 

Beniachvili dice que fue una intervención de "emergencia" ante la necesidad de poner freno a los movimientos de tierra que se estaban produciendo tras las lluvias caídas. "Hemos mandado papeles, los hemos entregado y no contestaron; soy tonto por gastar dinero en ese muro, lo hice para que no se cayese el terreno, pero se enfadaron conmigo. ¿Para qué lo hice? ¿Para venderlo?", pregunta en voz alta.

 

A simple vista se pueden diferenciar dos cuerpos edificatorios, que contabilizan  casi 1.900 metros cuadrados. Vladimir argumenta que recibió licencia por parte de Urbanismo para construir una piscina, vestuarios y gimnasio, documento que tras la visita muestra a modo de prueba. El documento no deja lugar a dudas, pero queda patente, conforme a los estudios topográficos encargados por el propio promotor, que la finalidad para la que se pidió ese permiso no se ha cumplido.

 

El propio arquitecto que lo asesora desde hace años, Javier Candela, tiene pocas dudas sobre el asunto. De un lado admite la razón que pesa en la acción municipal, puesto que gran parte de lo construido se asienta sobre espacio no urbanizable, pero de otro se queja de que tras presentar varias alegaciones a la revisión del Plan General para que el suelo fuese incorporado como urbano no se tuviesen en cuenta. Mientras, la acción municipal fue distinta en un terreno contiguo que en el nuevo plan pasa de no urbanizable a urbanizable no consolidado.

 

Los pasillos son casi interminables en el interior de las edificaciones y se suceden los apartamentos, algunos dúplex. Una escalera conduce a la piscina, en la que a través del agua se dejan ver tres escudos de equipos de fútbol: el Dínamo de Moscú, el Barcelona y el Real Madrid. Porque, como el propio Vladimir asegura, el fútbol ha sido su vida. En los últimos diez años, casi toda su dedicación ha estado centrada en una obra sin fin, la de un paraíso particular que, atestigua, quiere que aproveche toda Málaga y que sigue la senda de lo que podría haber sido pero no fue: el centro hispano-ruso.

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