Cultura

De Picasso al Efebo de Antequera

  • Con la retirada de la Junta de la gestión del Palacio Episcopal, la ciudad pierde una de sus mejores salas que en 1992 acogió la primera gran antológica sobre el malagueño y que ha exhibido fondos del Prado

El primer gran homenaje a Picasso en su ciudad natal anunciaba el nacimiento de uno de los mejores espacios expositivos que ha tenido Málaga. El Palacio Episcopal reabría sus puertas el 9 de octubre de 1992 tras una completa rehabilitación -que rondó los 6 millones de euros- a cargo de la Junta de Andalucía y los arquitectos Rafael Martín Delgado e Isabel Cámara, bajo el asesoramiento de Richard Gkuckamn y la atenta mirada de Carmen Giménez, que debutaría posteriormente como directora del Museo Picasso. Veinte años después otro anuncio, el de la no renovación del convenio entre el Obispado y la Junta de Andalucía dice adiós a 19 años de programación.

El Efebode Antequera, la monumental belleza del lienzo Anatomía del corazón -más conocido como Y tenía corazón- de Enrique Simonet o simplemente la posibilidad de admirar otras piezas de las 115 que La Aduana alberga procedentes del Prado cierra la puerta a todo un privilegio. Habrá que esperar a que otras puertas vuelvan a abrirse, las de La Aduana para recuperar uno de los "buques insignia" del arte en la capital. Mariluz Reguero elige este concepto para calificar un espacio que conoce bien. Al frente de muchas de las exposiciones temporales que se han podido ver en este templo de la creación recuerda que "parte de la memoria de las artes plásticas en Málaga" se pierde ante la negativa de la administración andaluza a pagar un alquiler por la ocupación del Episcopal, tal y como pedía el Obispado.

Hasta hace dos años, la Fundación Unicaja contaba con el Episcopal para, exponer "al menos" una muestra anual de arte contemporáneo entre sus paredes, así como las obras premiadas en su certamen de artes plásticas. "Las exposiciones ganaban porque está muy bien concebido, por su luz, sus paredes y la serenidad del espacio", continúa la experta. Reguero subraya uno de los hitos que marcaron el ciclo vital de esta sala. Cuando en los 90 se convirtió en una de las subsedes de Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía, en la misma época en la que el malagueño José María Martín Delgado era consejero de Cultura.

El inmueble cerró en noviembre de 2008 para servir de almacén transitorio al mayor legado artístico de la ciudad. Su reapertura se esperaba como buen augurio de la puesta en funcionamiento del Museo de Málaga. Finalmente ocurrió. Fue el 25 de enero de 2010 con la primera muestra del ciclo Esencias, dedicada a mostrar grandes obras pictóricas y arqueológicas procedentes de los fondos de la pinacoteca y; por otro lado con la exposición de obras en papel, Ars Delineandi. Su inauguración por la entonces consejera de Cultura, Rosa Torres vino a demostrar que la colección de artes plásticas de la Aduana estaba ya en las naves construidas para su conservación y restauración en el PTA, a donde ahora regresan para ser custodiadas de nuevo hasta la ansiada apertura del Museo de Málaga.

Si el acuerdo entre Obispado y Junta -rubricado en 1993- se hubiese prorrogado uno o dos años más, la administración andaluza podría haber hecho realidad algunos de sus proyectos más inminentes. Según detallaba a este periódico el delegado provincial de Cultura, Manuel García, estaba previsto exponer en las salas del Episcopal obras del artista malagueño José Moreno Villa, coincidiendo con la designación de Autor del Año por el Centro Andaluz de Las Letras "y de quien el Museo de Málaga posee unos fondos importantes", apuntó García. Además, la Junta pretendía colaborar económicamente en la instalación del Archivo Diocesano.

La recuperación del uso del Episcopal por el Obispado podría rescatar a su vez el Museo de Arte Sacro de sus inicios. Para el arquitecto Martín Delgado esta sería la salida más "razonable" a uno de los "mejores acondicionamientos museísticos de Málaga junto con el Museo Picasso", subraya. La historia del arte se desdibuja ahora entre sus cuatro paredes.

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