José María Bermúdez de Castro. Paleoantropólogo

"Los seres humanos somos hijos de un cambio climático"

  • El responsable del yacimiento de Atapuerca, Premio Príncipe de Asturias en 1997, pronuncia hoy la conferencia 'La evolución del talento' en el Centro Cultural Provincial

José María Bermúdez de Castro (Madrid, 1952), doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, es codirector de los yacimientos de Atapuerca junto a Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell, director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, doctor honoris causa por la Universidad de Burgos, Premio Príncipe de Asturias en 1997 y referencia internacional en el estudio de la evolución humana. Hoy, a las 20:30, pronuncia la conferencia La evolución del talento en el Centro Cultural Provincial (C/ Ollerías) dentro del ciclo de la Diputación Encuentros de ciencia y pensamiento.

-¿Qué cabe entender por talento?

-Por talento entiendo el conjunto de capacidades potenciales, propias del ser humano y de otros primates, que pueden desarrollarse a través de la práctica. El talento depende, en gran medida, de cuestiones genéticas, pero también ambientales. Por poner un ejemplo claro, podemos atender a la música: un músico nace con un determinado talento que luego es mejorado en el Conservatorio.

-¿Es posible señalar en la historia de la evolución humana algunos momentos en los que el talento haya crecido significativamente?

-Sí. Un momento clave lo constituyeron los cambios climáticos que se produjeron hace entre 2,5 y 3 millones de años. Por aquel entonces se produjeron modificaciones decisivas en la geografía y en las condiciones de vida. Muchas especies desaparecieron, y los homínidos que lograron sobrevivir en la sabana africana se distribuyeron luego entre dos genealogías, una de ellas la nuestra. Cuando el cambio climático se consolidó, la capacidad craneal de estos homínidos se disparó, así que, en gran medida, y por paradójico que parezca, se puede decir que los seres humanos actuales somos hijos de un cambio climático. Hubo después otros saltos cualitativos, como el Neolítico, que con la invención de la agricultura y la ganadería propició un desarrollo enorme del talento tecnológico. Y éste mismo ha crecido mucho en los últimos cien años.

-Algunos descubrimientos en los yacimientos de Atapuerca sirvieron para demostrar que el pensamiento simbólico había aparecido mucho antes de lo que se pensaba. ¿Cómo se relaciona el signo con la evolución del talento?

-Después del hallazgo de Excalibur [un hacha encontrada en Atapuerca en 1998 y empleada hace al menos 400.000 años] se abrió un debate muy intenso entre quienes atribuían a la pieza una naturaleza simbólica y quienes se oponían a esta idea. Algunos colegas atribuyen el pensamiento simbólico a una mutación genética, lo que constituye una hipótesis interesante ya que podría hablarse de una mutación similar que actualmente afecta a otros primates. En el ser humano, de cualquier forma, el pensamiento simbólico se da de manera exacerbada. No hay más que reparar en el fútbol, basta mirar un escudo para que muchos se llenen de orgullo. El simbolismo tiene además mucha relación con la jerarquía. La Iglesia y el ejército han sacado mucho provecho.

-¿Y la trascendencia, en qué medida es cuestión de talento?

-La respuesta a esa pregunta puede variar mucho en función del foro en que se trate el asunto. Y a menudo estos foros siguen un esquema tipo religión versus ciencia. La religión, ciertamente, explica estas cosas a su modo. Pero la ciencia no puede comprobar la incidencia de la trascendencia en el talento humano. Lo que sí está demostrado es que los neandertales disponían también de una amplia capacidad de trascendencia y que en esto no eran distintos al homo sapiens. Por más que esta idea resulte molesta a algunas confesiones religiosas.

-¿Es posible prever hoy cómo se producirá la evolución del talento en el futuro?

-Hemos llegado a un punto en el que el cerebro no parece que vaya a a crecer más en cuanto a tamaño. Pero sí puede hacerlo en cuanto a complejidad y a número de sinapsis cognitivas. Que ese crecimiento ocurra es una cuestión de educación, y dada la cantidad de estímulos que reciben hoy los niños en nuestros colegios, todo indica que el crecimiento continuará.

-¿Significará eso que el ser humano desarrollará las capacidades suficientes para garantizar la supervivencia de la especie?

-Es complicado. No contamos con criterios fiables. Podríamos evolucionar hacia la bondad y la concordia, pero desgraciadamente nada garantiza que eso vaya a ocurrir. El ser humano es hoy muy bueno o muy malo, muy altruista o muy canalla, y eso se debe a que somos muy inteligentes. Lo que esto depare es una incógnita.

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