arte

De cómo tras el color emergió la línea

  • Jorge Rando inauguró ayer en su museo su exposición 'Nacerán nuevas auroras', que reúne más de 150 obras

Si la posibilidad de tomar el pulso creativo a un artista en ejercicio y en plenitud, proyecto tras proyecto, resulta más bien remota en una misma ciudad, Málaga constituye una excepción gracias al Museum Jorge Rando, en el que el pintor da a probar al público no sólo su obra más representativa, también la más reciente, la que se comparte recién salida del horno. Así, Rando inauguró ayer en el centro, alzado en el corazón del barrio del Molinillo, su nueva exposición temporal, Nacerán nuevas auroras, con más de ciento cincuenta obras de creación muy reciente (la mayor parte fueron realizadas entre el año pasado y el actual) que podrán verse hasta el próximo 24 de febrero. La muestra, que ocupa las cuatro salas de que dispone el museo (por esta vez, Rando se exhibe al completo, sin entablar diálogos con otros artistas, formato por el que muestra una especial predilección), establece cierta continuidad con algunas propuestas ya vistas y al mismo tiempo abre nuevas puertas para desarrollos argumentales distintos, siempre con el expresionismo como marco común para todas las pinturas y esculturas ahora visibles.

La directora del museo, Vanesa Díez, explicó ayer en la presentación que Nacerán nuevas auroras se distribuye entre tres ejes independientes y a la vez necesariamente confluyentes. El primero, que es el que da nombre a la exposición, supone una prolongación de la anterior muestra temporal de Rando, El nacimiento del color: si entonces el artista "aspiraba a liberar al color de la forma, de la representación misma, con tal de revelarlo tal cual, aquí da un nuevo paso e indaga en la línea per se, más allá de su capacidad simbólica, sin renunciar a ésta". El color, de cualquier manera, sigue siendo protagonista, si bien ahora la línea adquiere mayor relevancia (especialmente en su manifestación circular) para cierta celebración de la forma, en su inspiración más espiritual. Si, como recordó Díez, Rando ha sido reconocido en Alemania (donde reside y trabaja gran parte del año) por haber "humanizado la mirada expresionista en atención a sus orígenes mediterráneos", esa espiritualidad innata queda particularmente cristalizada en este brindis a la aurora.

En cuanto a las otras dos secciones, Miniaturas culmina un proyecto que Jorge Rando comenzó a barajar por primera vez hace tres años con pinturas de pequeño formato, mientras que La belleza llora con la tragedia amplía la mirada de denuncia social que ya aconteció en África (de la que se incluyen algunas piezas) a las recientes sangrías en Oriente Próximo. Especialmente conmovedoras son las esculturas de un hombre y dos niños puestos de cara a la pared: testigos y víctimas de una deshumanización que tiene en el arte, tal vez, una redención posible.

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