Postales desde el filo

8-M

La de la mujer ha sido la gran revolución de la segunda mitad del siglo XX, pero persiste la desigualdad

Los medios de comunicación han coincidido, de forma prácticamente unánime, en calificar de histórica la jornada del 8 de marzo. Lo fue por el masivo seguimiento de las movilizaciones en nuestro país, que mereció también la atención de la prensa internacional. Una hermosa jornada en defensa de una causa justa. El lazo morado unió espiritualmente un país dividido y fragmentado en tantas otras cuestiones. A veces, sólo a veces, tenemos motivos para sentir el orgullo de pertenecer a la sociedad en la que vivimos. Ya sé, fue una buena medida una unidad aparente, que el PP tardó en quitarse el pelo de la dehesa, del conservadurismo nacional católico, para apoyar con la boca chica las reivindicaciones. Y muy probablemente, si bien las manifestantes defendían una misma causa, no todas, ni todos, compartían las mismas cosas. Es la bendita complejidad de las sociedades plurales. Pero, sea como sea, lo del jueves fue un aldabonazo a la conciencia nacional.

Pero ¿por qué ahora y con tal intensidad? Dice Daniel Kahneman que "nuestros sentimientos morales se hallan adscritos a marcos, a descripciones de la realidad más que a la realidad misma". Aunque es evidente que la mujer, después de décadas de lucha del movimiento feminista, sigue sufriendo una situación de desigualdad democráticamente inaceptable en muchos aspectos. Pero su situación no es muy diferente a la de otros países. Puede explicarse porque la de la mujer resulta aún más lacerante en un contexto de profundización generalizada de las desigualdades. Pero ese es un mal que, en mayor o menor medida, afecta a todos los países desarrollados.

En fin, no sé si tiene mucho sentido buscar una explicación al carácter casi catártico que ha tenido entre nosotros la celebración de este 8-M. Es cierto que no faltan razones. Pero ante la magnitud del fenómeno, cabe preguntarse si todo es fruto de un momento o coyuntura determinada o si estamos ante algo más profundo, ¿un movimiento sísmico de consecuencias parecidas al 15-M? Sí puede ser un claro síntoma de hartazgo social ante la parálisis y la inacción de la política. De que la sociedad se mueve mientras que la política no deja de dar vueltas sobre sí misma.

Aunque la explicación sea más sencilla. La de la mujer ha sido la gran revolución de la segunda mitad del siglo XX. Pero si bien es cierto que ha habido grandes avances en la igualdad de derecho, persiste la desigualdad de hecho en el ámbito público y en el privado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios