Epístola a los conversos

Tuvo que ser curiosa la cara del director del banco al ver entrar a Pablo Iglesias e Irene Montero en su sucursal

Tuvo que ser curiosa la cara del director del banco al ver entrar a Pablo Iglesias e Irene Montero en su sucursal. Quizá esperaba que sacaran unas pancartas o que Irene se quedara en topless. Pero no, iban a pedir humildemente una ostentosa hipoteca. Menuda debió ser su sorpresa. Lo paradójico ahora es que para pagar ese sueño de privilegiado va a necesitar el apoyo de los humildes, aunque es este capricho precisamente lo que lo ha enfrentado a ellos. Es curiosa su trayectoria, lleva el mismo camino de San Pablo, pero en sentido contrario. Saulo perseguía furibundo a los cristianos, vio la luz tras pegarse un trompazo del caballo, y a partir de ahí se convirtió en apóstol de los humildes. Pablo, que era el apóstol de los humildes, su luz, les ha dado la espalda, ha vuelto al caballo y va cegado camino de darse un trompazo descomunal.

Confía en la gente es capaz de cambiar de opinión, pero desconfía de los conversos. Los que de golpe son lo contrario de lo que eran. Los modestos que de repente parece que también estuvieran en política "para forrarse", que diría Zaplana, en presencia de su abogado. Porque "tú que pretendes ser juez de los demás no tienes excusa, porque al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, ya que haces lo mismo que condenas", le advertía ya San Pablo en una epístola. Y en otra le apostillaba: "Todo es lícito, más no todo es conveniente. Todo es lícito, más no todo edifica". Aunque ninguna de ellas le impidió montar de nuevo en el caballo, y tirar para Galapagar.

Pero mucho me temo que no es el único que ha olvidado de golpe todas sus parábolas y enseñanzas, también le ha pasado al otro apóstol de la regeneración, Rivera, que ha tenido una conversión, pero esta vez en la dirección normal. Se ha caído del caballo mientras perseguía furibundo a los nacionalistas, y desde el trompazo ya no se separa jamás de la bandera nacional. Y solo ve españoles, mucho españoles, por todas partes. ¿Es que ya nadie quiere ser lo que era? Estos además eran los que venían a hacer las cosas como Dios manda, a regenerarlo todo, pero pronto se han dejado caer en la tentación, y ahora tendremos que esperar al regenerador que los regenere, que con suerte buen regenerador será. De momento, todo su reino queda en manos de las bases, hágase su voluntad. Así en la tierra como en Galapagar.

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