Tierra quemada

Puede que esto vaya hacia una distopía en vez de hacia una utopía, como ya pasó otras veces

Igual el mundo que sale de esta crisis es peor, no lo descarten. Puede que esto sirva para plantearnos un modo de vida más humano, más sostenible y más solidario. Puede que sirva para que respetemos más a la Naturaleza, puede que sirva para que tengamos mejores valores o puede que sirva para todo lo contrario. Puede que esto vaya hacia una distopía en vez de hacia una utopía, como ya pasó otras veces. Si miramos hacia atrás, las grandes desgracias muchas veces han traído desgracias aún mayores, mediante el mecanismo tan simple de culpabilizar para rentabilizar. Señalar a un culpable sobre el que descargar la ira y la frustración general, crear un incendio tremendo y luego arrogarte el papel de sofocarlo, raramente con éxito.

Un mecanismo que además es tanto más potente cuanto mayor es la desgracia, y en nuestro caso la desgracia es, sin duda, muy grande, con lo que la culpa será tan potente como para achicharrar lo que se propongan. Como para volar la confianza en la democracia y en las instituciones, como para demonizar la solidaridad, como para criminalizar el feminismo, como para enfrentar a todo un país y tan potente como para que una vez que arranque no haya forma de pararlo. Y ese es precisamente el error de la derecha, pensar que va a quedar algo que gobernar una vez que el incendio lo arrase todo. Si creas una enorme tensión social para recuperar el Gobierno, esa misma tensión social seguirá ahí cuando tomes el poder, y resultará exactamente igual de ingobernable.

Pensar que después de recuperar el poder vendrán años de paz y prosperidad, que toda esa gente a la que tanto odian simplemente desaparecerá, como por arte de magia, es una majadería. Los malvados rojos no se irán a su casa, convencidos de que todo fue culpa del 8M y de que el verdadero problema es tener más de un millón de euros. El feminismo seguirá ahí, los podemitas seguirán ahí, Bildu seguirá ahí, ERC seguirá ahí y los pobres y los parados seguirán ahí, y todos además mucho más radicalizados. La derecha caerá inmediatamente en su propia trampa, el incendio social, porque la convivencia es necesaria para gobernar, tanto para unos como para otros. Y al final les pasará como a Ciudadanos, se abrasarán en su propio infierno y, como Ciudadanos, mientras se achicharran, lo último que oirán serán las risas descojonadas de Vox.

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