Da la impresión que hemos vuelto a la casilla de salida. La culminación del largo proceso congresual del PSOE y los primeros movimientos de su secretario general han creado la sensación de que nos encontramos en el inicio de un nueva partida. Y como en toda confrontación siempre los primeros compases son tan solo movimientos tácticos de tanteo o de estudio del adversario. La proliferación de encuentros, conversaciones, entrevistas y comidas entre los líderes políticos que desde hace muchos meses no se producían, hay que entenderlos como la nueva imagen y actitud con la que los diferentes partidos quieren afrontar este periodo.

Parece claro que la izquierda, hasta ahora la máxima expresión del desencuentro, estaba necesitada de gestos de diálogo y entendimiento para no llevar a sus seguidores a una profunda decepción. Se trata de romper pasadas imágenes de enfrentamientos y ataques mutuos para presentar puntos de coincidencia que hagan albergar expectativas de colaboraciones futuras. Pero fundamentalmente lo que pretenden, uno y otro, es legitimarse ante el electorado común que se disputan, para no aparecer como los culpables de la ruptura pero sin descartar futuras discrepancias y desencuentros. Y en esta táctica Podemos parece dedicarse, casi en exclusiva, a comentar las iniciativas del PSOE o a aconsejarle cual ha de ser su posición en determinados temas. Ha pasado de feroz oposición a consejero áulico, mientras que los socialistas buscan su propio perfil tratando de deshacerse del agobiante marcaje de la formación morada.

A la derecha este cruce de gestos de entendimientos le ha causado alguna sorpresa y hasta el impávido Rajoy ha tenido que reforzar sus contactos con el dirigente de Ciudadanos con el que hacía meses que no cruzaba palabra. Trata el PP de asegurar que su socio de legislatura no se le desmande en exceso y aunque le inflija castigos parlamentarios como reprobaciones ministeriales e incómodas comisiones de investigación, no ponga en riesgo la estabilidad gubernamental. Y Ciudadanos, pillado en una posición difícil, ha resuelto claramente buscar cobijo en la derecha económica y sociológica de este país, sin dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la socialdemocracia y confiando su sustento electoral futuro a los desengaños que la corrupción cause en las huestes conservadoras. Visto así pudiera pensarse que las estrategias están marcadas, pero no hay que olvidar que estamos al principio de la partida y que los primeros movimientos de tanteo no suelen ser los definitivos.

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