La abstención trampa

Habría que preguntarse con qué apoyos contaría el nuevo gobierno para sacar adelante sus propuestas

La incertidumbre de los resultados del 23J y las diversas alternativas que pueden presentarse en ese momento han hecho de los acuerdos postelectorales el centro del debate. Los pactos y sus consecuencias superan con mucho el interés ciudadano sobre programas, proyectos y gestión, que han pasado a un segundo plano como si fueran cosa sabida o elementos accesorios. En esta tesitura, mientras en la izquierda aparece claro el proyecto de recrear el gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, la derecha tiene serios reparos en clarificar y reconocer su más que probable pacto con Vox si llegara el caso. Esta actitud vergonzante del PP, evitando perder votos, le obliga a intentar disimular y a negar la evidencia que, por otra parte, ya se ha consumado en comunidades autónomas y Ayuntamientos. Como fórmula para no reconocer lo evidente (el pacto con Vox), el partido de Feijóo ha vuelto a desempolvar la manida fórmula de la lista más votada.

Esta apelación es un mantra que periódicamente esgrimen cuando piensan que les favorece, pero que ocultan, olvidan o traicionan cuando no conviene a sus intereses. No esgrimieron esta fórmula en el año 2018 en Andalucía ni en Madrid ni Castilla y León hace cuatro años, ni tan siquiera hace unas semanas en Extremadura, Valladolid o Toledo. Aparte del cinismo político que supone reclamar una fórmula que nunca aplicaron cuando ellos no eran los beneficiarios, tratan de presentarla como la gran panacea que solucionaría los problemas de gobernabilidad que el pluripartidismo presenta. Pero esta fórmula es falsa. Porque una vez salvado el trámite de la investidura con la resignada abstención del PSOE, habría que preguntarse con qué apoyos parlamentarios contaría el nuevo gobierno para sacar adelante sus propuestas.

No cuesta mucho trabajo imaginarse que el PP, que con tanta frecuencia ha pactado con Vox, y con el que existe cierta coincidencia programática, buscaría en ese grupo político los votos que necesita para su acción de gobierno y podría prescindir del inicial apoyo socialista. Sería una abstención trampa que solo serviría para evitar al PP el mal trago de tener que hacer público su pacto con sus socios del Vox, aunque al final la realidad les lleve al acuerdo. Ni tan siquiera un acuerdo de legislatura, harto improbable, garantizaría una colaboración estable y duradera, pues el partido del gobierno, teniendo una mayoría alternativa con Vox, siempre podría romperlo y seguir gobernando.

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