Es imposible encontrar una razón política aceptable que justifique el desaire que perpetró Ayuso.

El actual conflicto sobre Doñaña nació y terminará por intereses electorales; no deja de ser triste.

Intentar acusarse de franquistas denota en unos y otros el nulo conocimiento de nuestra reciente historia.

El inabarcable espacio a la izquierda del PSOE afronta su enésima restructuración, en busca de confluencia y unidad.

El problema es que la sociedad ha cambiado y las prioridades de los ciudadanos no son las mismas.

El espíritu de reconciliación de la sociedad española no pasó por confundir y dar la misma legitimidad a los dos bandos.

No hay beneficio alguno para Abascal, que vuelve a demostrar su imposibilidad de entender el juego democrático.