Zapatero y los ausentes

El ex presidente del Gobierno ha retornado a la política nacional con un perfil radicalmente distinto

Una de las sorpresas de la presente campaña electoral ha sido la frecuente y llamativa presencia de Jose Luis Rodríguez Zapatero en mítines, actos y entrevistas. El expresidente del gobierno ha retornado a la política nacional con un perfil radicalmente distinto. Firme, contundente, sólido y en ocasiones agresivo, ha abrazado la causa de la defensa del actual gobierno y de su presidente de forma indubitada y ha iniciado una campaña de alegatos y defensa de la democracia y del Partido Socialista con una fuerza y una convicción que ha sorprendido a más de uno. El otrora Bambi se ha convertido en un tigre de bengala capaz de enfrentarse con adversarios políticos y mediáticos sin complejo ni disimulo. Es sin duda un buen refuerzo para el PSOE y su candidato.

La multiplicada presencia de Zapatero y su incansable actividad electoral aumenta el llamativo y estruendoso silencio de los otros líderes del socialismo de esta última época (Felipe González y Alfonso Guerra) que en el mejor de los casos han decidido, hasta el día de hoy, declararse ausentes y ajenos al actual momento político. No se entiende bien que los que fueron líderes indiscutibles de su partido no hayan sentido en los complicados momentos actuales la obligación, en la medida de sus posibilidades, de acudir en apoyo y ayuda del partido del que lo fueron todo y al que le dedicaron, la mayoría de las veces con indiscutible acierto, prácticamente toda su vida. Ni las conocidas discrepancias sobre algunos aspectos de la política de la actual dirección del partido ni el supuesto distanciamiento de la primera línea de la actividad pública justifican ese desapego, esa ajenidad que aparentan sobre la suerte que su partido pueda correr en estas elecciones. Precisamente, cuando los veteranos de la formación socialista se han movilizado en forma de manifiestos en apoyo al candidato, este silencio se torna más inexplicable y doloroso porque muchos, si no todos los que han firmado estos escritos, fueron colaboradores de ellos y apoyaron y reforzaron sus políticas más allá de discrepancias o diferencias que en su momento pudieran tener. La defensa de las siglas en una confrontación electoral es una seña de identidad de los socialistas que ellos exigieron y practicaron en su día, y nadie puede sentirse guardián de las esencias del socialismo sin respetar esta regla. Las responsabilidades pasadas generan obligaciones presentes que algunos parecen haber olvidado. Tenía que decirlo.

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