Postales desde el filo

Territorios contra ciudadanos

El irresoluble problema del secesionismo ocupa el centro de la agenda política

El irresoluble problema del secesionismo ocupa el centro de la agenda política. Dice Felipe González que España sin Cataluña no sería España. Aunque parezca una obviedad es una formulación precisa. Es un asunto insoluble cuando el irredentismo independentista apela al absoluto patriótico, a la vuelta a la tribu, al regreso al clan. Cuando recurre en su narrativa a recursos dramáticos para ganar adictos. Cuando las afirmaciones metafóricas desplazan al razonamiento. Aceptemos que hay problemas que no tienen solución, aunque sólo sea por nuestra estabilidad psicológica o asumamos que "lo políticamente posible no satisface y lo satisfactorio no tiene cabida en la política real". Decía Adam Ferguson, uno de los padres de la sociología moderna, que en las sociedades plurales las leyes civiles y políticas no son lecciones morales, sino que deben ajustarse con prudencia a las pretensiones de las partes. Pero las leyes de la Generalitat tienen más que ver con Carl Schmitt, uno de los más brillantes ideólogos del nacismo. Aunque cueste emparentar a un jurista tan exigente con las esperpénticas "leyes de desconexión" .

Desde la otra parte sí creen en la vía negociada. Sostienen que la reforma constitucional es el camino y el Estado Federal y plurinacional la terapia. Lo dice un PSOE que forja su nueva identidad levantando un muro infranqueable ante el PP. Pero la reforma de la Constitución exige una vuelta al espíritu de la transición o, al menos, una predisposición al consenso entre los grandes partidos nacionales. Nada más lejos. Tampoco deberían olvidar que el actual estado de cosas tiene su origen en la pérdida de centralidad de CIU, ahora PDeCAT, en su debilitamiento. El presidente Mas planteó negociar un sistema de cupo con el gobierno. Una fórmula similar a la de Euskadi y Navarra. Pero cualquier gobierno sabe que cerrando por esa vía el problema catalán abrirá otros dieciséis problemas. Sin esa baza fiscal, Mas siguió la máxima de si no puedes con el independentismo, únete. Tampoco por esa vía hay solución. Un botón de muestra: la presidenta balear Francina Armengol es contraria al "café para todos". Defendía la asimetría por creer que España es asimétrica. Y afirmaba que la mayor asimetría es la financiación. Blanco y en botella. Yo prefiero defender, con Fernando Savater, la idea de que un Estado no es la suma de territorios, es la suma de ciudadanos.

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