Postales desde el filo

39 aniversario

Resulta de extrema gravedad que hayan intentado terminar con ese espacio jurídico compartido

El pasado miércoles celebramos el 39 aniversario de la Constitución. En los actos conmemorativos se ha hablado de la necesidad de su reforma, de su obsolescencia o de lo lejos que queda aquel 1978 de la realidad de la España de hoy. Como si al festejar tu cumpleaños sólo te hablasen de tus arrugas o de los otros efectos devastadores de la edad. Resulta poco elegante. La Constitución merece más cariño después del mal año que ha pasado. De cómo la han atacado y faltado a su dignidad algunos desaprensivos. Aunque no es menos cierto que la gravedad de dichos ataques nos ha permitido tomar conciencia de su enorme valor. Resulta de extrema gravedad que, por primera vez desde su promulgación, hayan intentado terminar con ese espacio jurídico compartido y de convivencia que representa el marco constitucional: "en nombre de la libertad se pretende acabar con la propia libertad asegurada por la ley". No es mi intención establecer analogías, pero no puede evitar recordar una cita sacada de una conferencia que dio Thomas Mann en Los Ángeles en 1940, cuando se refugió en EEUU huyendo del terror nazi, en la que advertía: "Déjenme decirles la verdad: si alguna vez el nazismo llega a Estados Unidos, lo hará en nombre de la libertad".

La reforma de la Constitución domina la agenda política. Que en Cataluña la independencia no fuese una opción, ni de derecho ni de hecho -como ha quedado meridianamente claro- no impidió que su mayoría parlamentaria lo convirtiese en el único asunto político merecedor de su atención. Evidentemente lo de la reforma constitucional es muy distinto. Se trata de algo perfectamente posible y probablemente necesario. Aunque, no es menos cierto, que tendemos a culpar a la Constitución de problemas ajenos a ella: que los demagogos exploten el resentimiento para ampliar su poder, inciten al odio o el populismo y hagan del oportunismo su política, no son fenómenos que se puedan explicar por lo que le falte o le sobre al texto constitucional.

Nada de lo ocurrido en los últimos tiempos en la política española invita a pensar que, por muy conveniente que sea la reforma, se den las condiciones para conseguir los pactos necesarios. El acuerdo para la aplicación de 155 ha sido una honrosa excepción. Pero me temo que sólo haya sido eso. Ciertamente no son necesarias unanimidades, ni consensos tan amplios como los del 78 pero, como marco de convivencia, la Constitución tiene que ser necesariamente de todos.

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