Postales desde el filo

El cupo

Mientras la crisis catalana continúa en combustión, se aviva la polémica sobre el cupo vasco

Las susceptibilidades territoriales están a flor de piel: mientras la crisis catalana continua en combustión, se aviva la polémica sobre el cupo vasco. No debemos olvidar que el sistema de privilegios de Euskadi y Navarra forma parte del consenso constitucional. El partido Ciudadanos que, con razón, tanto ha apelado al pacto constitucional en la crisis catalana enfatiza ahora, no sin oportunismo, su oposición al sistema de concierto. Es lo que está ocurriendo, por mucho que digan que cuestionan el huevo y no el fuero. Del pacto de la transición no salió una España perfecta, sólo se dibujó la España posible. Por mucho que nos empeñemos en reformar la Constitución, al final nos encontraremos con los mismos problemas con los que tuvieron que lidiar los constituyentes; espero que con la misma lucidez y sentido de Estado.

El cupo vasco, como todo privilegio, representa un agravio. Lo es para todos, pero lo sienten aún más aquellos que, también, se consideran primus inter pares entre las CCAA. La descentralización fiscal es un factor de desigualdad, especialmente, como advierte Picketty, en el IRPF cuyo carácter progresivo debe facilitar la reducción de las desigualdades. En un país en el que la región más rica duplica en renta per cápita a la más pobre, la cesión del 50% no representa lo mismo para Madrid que para Extremadura, pongamos por caso. Qué decir del 100% en el caso vasco y navarro, que junto a Madrid son las tres comunidades españolas con niveles de renta superiores a la media europea.

Se critica que se haya acordado el cupo vasco mientras que la reforma del sistema de financiación de las demás comunidades sigue en suspenso. El gobierno argumenta que no sería prudente abordarlo hasta que esté controlado el incendio catalán. No le falta razón, tal como está el patio más que hacer un sudoku de lo que se trata ahora es de cuadrar el círculo.

Se ha responsabilizado al gobierno de Rajoy de la crisis catalana por su incapacidad para dialogar y alcanzar acuerdos con el gobierno de la Generalitat. Ahora en cambio se le acusa de lo contrario: dialogar y llegar a un acuerdo con el gobierno vasco. Claro que lo han hecho pro domo sua. Algo que ha sido una constante en el periodo democrático: por mucho que digan lo contrario, con quien más se ha negociado -y con mayor fortuna para ellos- ha sido con las minorías nacionalistas. Cuando tanto se reclama diálogo hay que recordar que dialogar es precisamente esto.

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