Explica Lakoff que el marco consiste en crear un lenguaje que encaje con tu cosmovisión. El verdadero éxito del independentismo ha sido conseguir imponernos su marco, sus metáforas victimistas. "Hay que ser extremadamente irresponsable para pensar que con ingresos en prisión van a solucionar esto. Qué mal todo", leí en un tweet de Jordi Évole que había retwitteado Claudi Pérez. Es muy sintomático que dos periodistas tan influyentes crean, sin asomo de duda al parecer, que la jueza ha dictado su auto para "solucionar a garrotazos" el problema catalán. Da vergüenza tener que decir a tan destacados profesionales de la información que los encarcelados no lo han sido por sus ideas independentistas, sino por los gravísimos delitos que se les atribuye. Es natural que lo ocurrido tenga consecuencias políticas, de la misma forma que los actos cometidos por Junqueras y sus colegas tendrían inevitablemente consecuencias judiciales. Dice Daniele Giglioli que el victimismo materializa los acontecimientos en valores, en vez de explicarlos como hechos.

Abolidos los principios jurídico-políticos, la última razón del nacionalismo son los sentimientos, aseverando que éstos tienen que ser respetados y nunca discutidos. Hemos aceptado su marco: nos han convencido de que -siendo una región rica, desarrollada y con el mayor grado de autogobierno- ellos son las víctimas y nosotros sus agresores. Es posible que la decisión de la jueza no sea acertada, pero tampoco se puede decir que sea desproporcionada teniendo en cuenta la categoría de los presuntos delitos. Una vez más confundimos los efectos con las causas: lo insólito no es que un gobierno regional acabe en la cárcel, lo es declarar la independencia y todos los desafueros que la jueza narra en su auto. Sin olvidar que han generando la mayor crisis institucional de la democracia y han puesto en grave peligro la convivencia, la economía y el bienestar de todos.

No sé si lo ocurrido espoleará el voto independentista que, según las encuestas, volvería a ganar. Esto es un problema que a todos nos afecta pero, como hemos visto en los últimos meses, a quien más perjudica es a los que en mayor medida sufren la ruptura del tejido social, las graves consecuencias económicas, la inestabilidad política y la inseguridad jurídica. Si los ciudadanos de Cataluña deciden volver al punto de partida, nada se puede hacer. Al fin y al cabo, la democracia sólo es el menos malos de los sistemas.