Tribuna

José León-carrión

Catedrático de Neuropsicología de la Universidad de Sevilla

Hacer lo que se debe

La información es probablemente la fuerza más poderosa que mueve el universo, especialmente cuando se convierte en conocimiento

Hacer lo que se debe Hacer lo que se debe

Hacer lo que se debe

La filosofía oriental prescribía la autodisciplina como una de las soluciones a los males y a los problemas que nos aquejan a los humanos, el hombre ideal sería aquel que se ocupa de avanzar cultivándose a sí mismo. Cultivarse a sí mismo es una de las formas de aportar y contribuir dando paz y seguridad a los demás. Para Confucio, el gobernante ideal era aquel que ejerce su labor mediante el ejemplo moral personal, el que va más allá de la tendencia humana natural de sacar provecho de sus actos. El crecimiento personal y el provecho social dependen de que nuestra actuación se deba más a que lo que hacemos, lo hacemos porque creemos que es lo ética y moralmente correcto, que porque sacamos un provecho personal. El comportamiento ético y moral es un fin en sí mismo.

Hacer lo que se debe es una medicina para prevenir los efectos de las decepciones en la vida, para prevenir nuestra posible deflación y devaluación emocional. Hacer lo que se debe asume el principio de actuar local pensando globalmente. Las personas que se cultivan a sí mismas, y hacen lo que deben, dejan su huella a su alrededor. Es la forma que tenemos los humanos de regar de bienestar y de progreso la vida. Esos son los fundamentos del progreso real. El gran alimento de la mente, necesario para progresar, es la información y el conocimiento. Esos dos alimentos son lo que nos hacen crear, construir y crecer (las tres C), son los fundamentos de la conducta denominada decente, de donde mana la conducta ética. El conocimiento al estar en la base del comportamiento ético es necesario para actuar bien, correctamente.

La conducta decente se define como aquella que nos hace conscientes de la propia dignidad humana, a través de los sentidos, de la imaginación y hasta del propio cuerpo. Enseñar, promover y mantener la ética es fuentes de salud mental. La ética es personal e intransferible, pero necesita de ejemplos y modelos a seguir para mantenerse. Producir información y conocimiento ético es, asimismo, producir salud mental. La información es probablemente la fuerza más poderosa que mueve el universo, especialmente cuando se convierte en conocimiento.

Para la física cuántica, la información no es más que una forma de materia y de energía, cualquiera que sea el formato en que se presente o se manifieste en el universo. Antes de que existiera materia o energía, existía ya información. Cuanto más cultivo personalmente mí yo, cuanto más información y conocimiento tengamos, más cercano estaremos a la realidad. La mentira es la desinformación, es alejarse de la realidad y, por lo tanto, es dar al cerebro lo que hoy se denomina comida basura. La realidad personal está condicionada por la cantidad de información que cada uno tiene. Por lo tanto, la realidad externa a mí y la información que tengo condicionan mi ética y dan valor a mi necesaria autodisciplina para formarme y cultivarme a mí mismo. La información es energía y, como energía, está en todas partes y puede manifestarse de muy diferentes maneras. El Principio de Conservación de la Energía indica que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma de unas formas en otras. Es bueno para el hombre conservar la energía ética transformando la realidad en positivo, no perdemos nada, ganaremos, porque el mundo seguirá avanzando hacia su destino natural.

Probablemente, la información y el conocimiento sean la mejor forma de contribuir a la paz y al progreso humano. La ética hay que acercarla a sus justos límites humanos; probablemente, todo aquello que eleva al hombre es éticamente aceptable, mientras que todo aquello que lo debilita debería ser considerado como no ético, o incluso malo, para el desarrollo del hombre. Todos tenemos la obligación ética de alimentar nuestra mente, una mente desnutrida impide y ralentiza el progreso de la humanidad, no solo del que la sufre directamente. Actuar con ética, hace posible que las personas actúen, de forma natural, con benevolencia, acercándonos más a los sabios. El ejemplo ético, hacer lo que se debe, no requiere esfuerzo, pero refuerza y transmite nuestra captación de energía positiva desde donde la encuentre. Emmanuel Kant escribió: "Dormía y soñé que la vida era belleza, pero desperté y advertí que es deber".

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