Andalucía

¿Qué falló en Andújar? Claves sobre el tiroteo y la falta de prácticas de tiro en la Policía

  • La Policía admite que es "material y aritméticamente imposible" que sus agentes puedan ejercitarse con las armas una vez cada tres meses, como marca el plan nacional de tiro

  • El incidente de Andújar pone de manifiesto la necesidad de dotar ya de pistolas eléctricas a los radiopatrullas

  • El vídeo completo del suceso de Andújar

Investigación de los peritos en la calle de Andújar donde se produjo el suceso.

Investigación de los peritos en la calle de Andújar donde se produjo el suceso. / José Manuel Pedrosa / Efe

Todo lo que pudo salir mal salió mal el pasado domingo 11 de junio en Andújar, donde un policía nacional mató accidentalmente a su compañero y también acabó con la vida de un hombre que estaba provocando un altercado armado con un martillo y un cuchillo. La intervención de los policías no fue la más afortunada, pero el caso ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar la formación de los agentes y de actualizar el plan de tiro de la Policía Nacional, que no se toca desde los años ochenta.

La realidad de los delincuentes en España ha cambiado bastante desde entonces. Igualmente, se hace necesario que la Dirección General de la Policía agilice la entrega de dispositivos electrónicos de control, las llamadas pistolas eléctricas, como herramienta intermedia entre la defensa y la pistola reglamentaria. Con estos aparatos, en teoría, sería más fácil reducir a un individuo agresivo como los que se encontraron los agentes en la calle Las Monjas de Andújar la mañana del 11 de junio.

La secuencia de los hechos fue grabada en vídeo por varios vecinos desde sus ventanas y balcones, lo que permite tener una idea bastante aproximada de lo que sucedió aquella mañana, y que dista mucho de las primeras informaciones que salieron sobre una reyerta en la que había muerto un policía y su agresor había tenido que ser abatido. Lo que muestras las imágenes es a Andrés Moya, un veterinario con problemas mentales, provocando un altercado con unos vecinos, a los que dice a gritos que le abran la puerta de un bloque porque es "la autoridad competente" y "el rey". Iba en busca de un guardia civil que vive en el edificio y que le había puesto una multa de tráfico.

A los pocos minutos aparece un patrullero de la Policía Nacional, avisada por los vecinos. Algunos policías han explicado a este periódico que sus compañeros cometen varios errores. De entrada, el patrullero llega hasta apenas unos metros del lugar en el que se encuentra el veterinario. Es preferible, aseguran los agentes, dejar siempre unos metros de distancia al posible agresor, para que los policías tengan unos segundos más de reacción y más tiempo para averiguar las intenciones del mismo.

Del coche sólo se baja un policía, el que se encuentra en el puesto del copiloto. El otro, que moriría instantes después, pasa unos segundos más dentro del coche. De esta forma, el agresor se centra sólo en uno de los policías y mantiene el foco en él, sin que el compañero pueda hacer nada por despistarle o desviar su atención. Cuando se baja del coche, ya es demasiado tarde. Además, el agente viene por detrás del agresor de frente a su compañero. Se coloca, sin percatarse, en su línea de tiro.

El veterinario se ha acercado mucho a su compañero, que desenfunda la pistola pero duda. Varios policías achacan este momento de duda a los continuos procesos judiciales a los que se tienen que enfrentar los agentes que se ven involucrados en incidentes con armas de fuego. Como el de Casimiro, policía local de Sevilla que disparó a los ladrones que entraron en su casa a robar y fue condenado a dos años y medio de cárcel. O como el de un policía nacional que mató a un hombre que hirió a su compañero en las Tres Mil Viviendas y estuvo siete años imputado, para luego finalmente ser absuelto y recibir una cruz al mérito policial con distintivo rojo. O como los dos policías locales de la capital andaluza que abatieron a un atracador en un supermercado, que siguen investigados dos años después de los hechos.

Al agente de Andújar, esa duda le hace andar hacia atrás, sin saber si puede haber algún obstáculo, y cambiarse el arma de mano para tratar de usar la defensa. Es en ese momento cuando dispara la pistola, bien de forma accidental al tener el dedo en el gatillo bien queriendo para abatir al agresor. Según las primeras informaciones que han trascendido, esa bala atraviesa al agresor y termina impactando en el abdomen de su compañero, que cae malherido y morirá poco después. El policía Juan José Lara, de 40 años, natural de Marmolejo, casado y sin hijos, no llevaba chaleco antibalas en el momento en que recibió el disparo accidental de su compañero.

Mientras, el veterinario se abalanza sobre el agente que ha pegado el tiro, lo derriba y ya en el suelo se le echa encima, le apuñala y le golpea en la cabeza. Varios vecinos ayudan al agente a librarse del agresor. Éste se marcha caminando hacia otro lado de la calle, donde ya han empezado a llegar más agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local. El policía que había disparado en un primer momento persigue al sospechoso y le efectúa al menos dos disparos por la espalda. Luego se acerca a él y lo derriba. Finalmente el agresor muere. 

No hay que ser ningún experto policial para comprobar que aquel día los agentes no actuaron con la mayor destreza posible. El suceso ha puesto de manifiesto la falta de formación en este tipo de incidentes que tienen los patrulleros de la Policía Nacional, cuyos agentes (al menos los radiopatrullas, no los de grupos de operaciones especiales) no están familiarizados con las situaciones de máxima tensión porque sencillamente no las entrenan en su día a día.

Hace menos de un año, en octubre de 2022, la Jefatura Superior de Policía en Andalucía Occidental admitió que es "material y aritméticamente imposible, siguiendo las instrucciones y condiciones impuestos por el propio manual del plan nacional de tiro, cumplir a día de hoy de forma efectiva la periodicidad trimestral establecida". No hay instalaciones suficientes para que todos los policías puedan disparar al menos una vez cada tres meses y muchas de las que hay presentan graves desperfectos que las han mantenido cerradas durante cierto tiempo. 

Así lo explicó la Jefatura en un detallado oficio emitido como respuesta a una pregunta del secretario provincial del sindicato Jupol en Sevilla, Joaquín Martín Álvarez, que trasladaba una queja relativa a "la falta de cumplimentación y desarrollo del plan nacional de tiro". Este reconocimiento del incumplimiento de las prácticas de tiro no hacía más que corroborar lo que este sindicato denunciaba desde años atrás: "la necesidad urgente de dotar a la Policía de medios materiales, técnicos y humanos que permitan desarrollar la formación y el trabajo policial en condiciones óptimas".

Jupol insiste en la inclusión del trabajo de la Policía Nacional dentro de las denominadas profesiones de riesgo y recuerda que es "inconcebible que a día de hoy siga habiendo agentes de policía en las calles sin chaleco antibalas de dotación por parte de la Dirección General de la Policía". La organización también pedía el avance en el suministro de las pistolas eléctricas, muchas de las cuales no se han distribuido aún por falta de formación para los agentes. "Se produce la paradoja de que muchas de estas armas van a tener que pasar la revisión del fabricante, antes de que sean asignadas a un agente para su uso en las calles".

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