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El doble rasero de la UEFA

  • Su novedoso 'fair play' financiero parece obviar las grandes inversiones que reciben algunos clubes europeos

Cuando se toma una medida del calibre de la que anunció la UEFA el pasado 21 de diciembre, hay que tenerlo todo muy atado. Con la sanción impuesta sobre el Málaga se ha generado un precedente peligroso en esta nuevo mundo de fair play financiero que Michel Platini ha querido instaurar al frente del máximo organismo continental. El dirigente francés está en su derecho de intentar alcanzar su particular utopía económica con los clubes europeos, pero en pleno proceso ha generado unas desigualdades difíciles de comprender.

Y quizá sean esas incongruencias las que han despertado más desconcierto en el club malaguista, atónito tras la decisión. Cierto que han existido problemas económicos en la entidad. Del Málaga no se pueden decir que se hayan hecho bien las cosas desde la llegada del jeque, al menos en lo que a entidad se refiere. Hasta ahí, podría parecer comprensible la sanción recibida. Se impusieron unas normas que el Málaga no ha llegado a tiempo para cumplir, entendió el organismo. Pero cuando uno sufre este tipo de situaciones tiende a mirar a derecha e izquierda, incluso hacia delante y hacia atrás. Allí, se encuentra con inversiones megalíticas que no han encontrado siquiera un aviso por parte de la UEFA.

"Piensa mal y acertarás", dicen los antiguos. Y el Málaga empieza a hacerlo. Gazprom, empresa petrolífera controlada por el gobierno ruso, sigue intentando conformar un Zenit imperial a base de talonario. 20 millones por patrocinio, además de inversiones para lograr fichajes del calado de Hulk o Witsel, que obligaron al club a desembolsar casi 100 millones de euros. De ahí la frase de un dirigente del Rubin Kazan, "Si Gazprom quiere a un jugador, no hay nada más que hacer". Como simple curiosidad, el presidente del Zenit comparte identidad con el máximo dirigente de Gazprom. Pero la presencia futbolera de la petrolera no se limita solo al equipo de San Petersburgo. Ya son varios los clubes a los que ha salvado de la quiebra en Rusia a cambio de controlar buena parte del accionariado. Fuera del país, patrocina al Schalke 04, Vitesse, Estrella Roja, ayuda económicamente al Chelsea y también ha echado sus redes en el Bayern de Munich y en el Panathinaikos, con los que se encuentra en negociaciones. Todo un brazo futbolístico que completa con el patrocinio de la UEFA. Esta temporada, y hasta 2015, se convirtió en uno de los socios de la Champions League y la Supercopa de Europa.

Por lo tanto, el propio organismo europeo incluye entre sus patrocinadores a una empresa que incumple en varios de sus clubes la primera y esencial norma del fair play financiero, sanear las cuentas con inversiones ajenas.

El de Gazprom es uno de los casos que el Málaga podría mirar con más recelo, pero a su alrededor tiene más en los que ampararse para intentar anular la sentencia. En Francia, el PSG ha recuperado su hegemonía gracias a la inversión millonaria de Tamim bin Hamad Al Thani. Este verano ayudó a romper el mercado con Ibrahimovic y Thiago Silva. Unas cantidades muy por encima de las posibilidades del club francés, que cuenta con el apoyo financiero del Banco de Catar para soportar tales dispendios. Ante los que la UEFA tampoco se ha pronunciado, pese a ir en contra de su reciente normativa.

En ese nivel de gasto también se encuentra el Manchester City o el Anzhi. Fichajes sobrepagados y sueldos prohibitivos. Ambos disputan competición europea, y solo el primero recibió un pequeño toque de atención este verano. Pero la realidad es que el Málaga ha sido el único club sancionado por no cumplir con las nuevas reglas que propone la UEFA en su fair play financiero. ¿Doble rasero? Argumentos no faltan para creerlo.

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