Obituario Luto en el mundo empresarial español

Muere Rafael del Pino, el hombre que hizo de las traviesas un imperio

  • Fallecido el sábado a los 87 años, el fundador de Ferrovial deja como legado un grupo forjado en un desván de Madrid que años después le convertiría en todo un magnate

"Las cosas hay que hacerlas con amor. Con la cabeza fría pero con el corazón muy caliente. Si no, es como si nada". Rafael del Pino y Moreno (Madrid, 1920) solía repetir esa cantinela a sus colaboradores como si les transmitiese una fórmula infalible en el camino hacia el éxito. Tuvo sin duda que funcionarle, porque el legado que dejó en la noche del sábado, cuando falleció a los 87 años por causas naturales, encarna uno de los grandes hitos de la historia empresarial de este país. Y con nombre propio, el de Ferrovial, un imperio erigido a partir de una minúscula firma nacida entre las cuatro paredes de una simple habitación y agigantada cinco décadas y media después hasta dimensiones colosales. Tanto que se calcula que deja una fortuna de 5.000 millones de dólares, condición que le convirtió en uno de los grandes magnates españoles.

Nacido en Madrid en 1920, doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y casado con Ana María Calvo-Sotelo (hermana del recién fallecido ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, con la que tuvo cinco hijos), Rafael del Pino puso las primeras piedras del que sería su gran proyecto en 1952. Antes, desde 1947, había ocupado distintos cargos en Vías y Construcciones, compañía de la que llegó a ser director. Para fundar Ferrovial no dudó en viajar a lo largo y ancho de Europa, donde indagó los secretos de las grandes obras ferroviarias del continente. Desde Alemania trajo hasta España la maquinaria. Pagó por ella una suma nada despreciable para la época. "Un millón de los de entonces, que no era poco", solía recordar. Con las nuevas herramientas, y "siempre muchas ganas de trabajar y salir adelante", dio forma a su sueño empresarial.

Sin saber aún que estaba a punto de crear un gigante, Del Pino abrió su primera oficina en un desván, junto a la madrileña Iglesia de los Jerónimos. Dedicada en sus orígenes a la renovación de vías y a la explotación de talleres de cajeo de traviesas, la compañía inició su primera obra en Burgos, a la que siguieron encargos en otros puntos de España. A partir de ahí, de salto en salto: durante los años 60 amplió sus horizontes y se lanzó a la aventura de construir carreteras, presas hidroeléctricas y plantas de tratamiento de agua. Uno de los hitos que marcaron esta etapa fue la construcción de la autopista Bilbao-Behobia, todo un reto que implicaba la entrada de la empresa en el negocio de las concesiones de infraestructuras de transporte, un sector del que no volvería a salir.

Pese a la dura crisis que azotaba el país en los 70, Del Pino se embarcó en la internacionalización de Ferrovial y la diversificó hacia el mercado concesional, la promoción inmobiliaria, los servicios urbanos y el mantenimiento de infraestructuras. Desde entonces, el grupo escaló en el mercado mundial como un referente de innovación y gestión sostenible, lo que Del Pino soñó en 1952.

A menudo insistía en que el secreto de su éxito era un conglomerado de virtudes: saber rodearse de colaboradores capaces e ilusionados con los proyectos de crecimiento de Ferrovial, adheridos a principios como "el servicio a la sociedad, el amor a las cosas bien hechas, el esfuerzo, la austeridad en el gasto, la reinversión del beneficio, la adaptación constate a una sociedad en evolución y la vista puesta siempre en el futuro".

Con el viento soplando muy a favor de sus velas, cedió el testigo de Ferrovial en 2000 a su hijo Rafael del Pino Calvo-Sotelo para ser nombrado presidente de honor del grupo, cargo que compaginaba con la dirección de la Fundación que lleva su nombre, cuyo objetivo, como le gustaba subrayar, no era otro que devolver a la sociedad parte de lo que ésta le había entregado durante décadas.

Además de Ferrovial, Del Pino presidió empresas señeras del país como Europistas, Enagas o la división española de Philips. Socio Fundador del Círculo de Empresarios (1977) y presidente de la patronal Seopan, fue miembro de la Comisión Permanente Ejecutiva del Banco Central Hispano Americano, presidente de la Junta Directiva del Instituto de la Empresa Familiar, consejero de la Asociación para el Progreso de la Dirección y miembro del Patronato de la Fundación Cela.

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