Posiblemente al redactar esta crítica voy a cometer el error de privar a alguien de acudir a la sala sin saber nada sobre la película y por ello, perderse algo de la sensación de estupor que produce el que tal vez sea el mejor arranque que hemos visto hasta ahora en sección oficial. Si es el caso, deje de leer y acuda a verla. Hecho el aviso y pese a reconocer su grato comienzo, varias sombras pesan sobre 7 razones para huir, la película firmada por Quinto, Soler y Torras.

La primera, y es alargada -y evidente-: la de Relatos salvajes. Plantear tras el éxito de la argentina, una cinta compuesta por diferentes historias cortas hiladas por los efectos de la crisis actual resulta cuanto menos arriesgado. La segunda -y quizá la más gravosa- es que 7 razones va de más a menos, con todo lo que supone. La apertura, ya decíamos, es memorable. Pero el grado de acierto no vuelve a ser el mismo, y es algo que pesa en su contra. La tercera, y tampoco menor, es que en varias de las historias no se permite en modo alguno al espectador elaborar sus conclusiones: se le entregan dictadas y verbalizadas al pie de la letra, especialmente en dos de ellas: las protagonizadas, primero, por Alain Hernández y Àgata Roca; más tarde, por Pepe Viyuela -que se lleva la peor parte- y Lola Dueñas.

Siendo capaces de descartar estos hándicaps, el film resulta un entretenimiento divertido y afilado. Los realizadores reparten, en clave surrealista cuando no distópica, contra todos los males modernos de la sociedad. Y hay para todos: explotación, ignorancia, racismo, egolatría y un largo etcétera, siempre bajo un acertado tono de comedia y respetando la unicidad de escenario de sus originales teatrales. Las historias cortas contribuyen a un ritmo ágil, y el desfile de actores es de los que hacen época: además de los citados, Ramón Fontseré, Vicky Peña (que por si fuera poco, comparten episodio), Emma Suárez, Sergi López, Manolo Solo, Núria Gago o Alex Brendemühl, entre otros.