Existencia o producción
'La punta del iceberg', debut de David Cánovas protagonizado por Maribel Verdú y Carmelo Gómez, aborda la presión laboral como ejercicio criminal.
Con buenas sensaciones entre el público y la prensa se presentó ayer en la Sección Oficial La punta del iceberg, debut en el largometraje del realizador canario David Cánovas, un thriller ambientado en el mundo laboral y empresarial con un reparto de lujo que encabezan Maribel Verdú, Carmelo Gómez, Fernando Cayo, Bárbara Goenaga, Álex García, Ginés García Millán, Jesús Castejón, Carlo D'Ursi y Nieve De Medina. Se trata de una adaptación de la obra teatral de Antonio Tabares, cuyo montaje protagonizó sobre las tablas Nieve de Medina (quien se reserva un pequeño papel en el filme) y que ahora llega a la gran pantalla (se estrena en salas comerciales el próximo 29) en un filme de meritorio acabado, merced a la producción orquestada por Gerardo Herrero a través de Tornasol Films. En este sentido, La punta del iceberg encierra una historia particular de índole cenicienta: en un principio, fue una productora pequeña integrada por varios actores (entre ellos el italiano Carlo D'Ursi, que forma parte del reparto de la película) la que se hizo con los derechos de la obra original, aunque a mitad de camino se quedó sin financiación. Gerardo Herrero, que había visto la función en Madrid, y que también se había interesado por los derechos, decidió intervenir y formar parte del proyecto para sacarlo a flote. El resultado es un largometraje dirigido al gran público pero cargado de intenciones y armado de razones respecto a las servidumbres del presente.
Maribel Verdú interpreta con su eficacia marca de la casa a Sofía Cuevas, una ejecutiva de una gran empresa de productos tecnológicos que es enviada a su antigua sede para investigar las causas en torno a tres suicidios ocurridos en cinco meses. Tanto el director como el productor y los actores presentes ayer en Málaga (Verdú, García Millán, Goenaga y D'Ursi) recordaron casos similares vinculados a la presión laboral en la crisis como el de France Telecom a la hora de contextualizar el propósito de la película. David Cánovas se mostró en este sentido tajante al afirmar que el objetivo es "lanzar un mensaje muy concreto" al público que de hecho queda explícito en un diálogo del guión: "Ningún trabajo merece que te dejes la piel, primero porque te vendes a ti mismo y luego porque acabas vendiendo a los demás", a lo que añadió ayer el director: "La cuestión es si el precio de la ambición compensa; no busco tanto la denuncia con esta película como que la gente se lo piense. Me gustaría que la vieran tanto empleados como responsables de área, porque la idea es también que siempre hay alguien más arriba". En todo caso, su mayor empeño es que los espectadores se identifiquen de alguna forma con el personaje de Sofía Cuevas, "porque tiene una evolución muy clara al respecto", desde una primera adhesión sin fisuras a los intereses de la empresa hasta un cuestionamiento amplio de los procedimientos aplicados.
La propia Maribel Verdú valoró como "muy interesante" la evolución de su personaje, y afirmó que La punta del iceberg "debería ser de visionado obligatorio en muchas empresas, donde reconocerían muchas de las frases que se dicen. La presión laboral provoca unas tensiones terroríficas, sobre todo en las grandes multinacionales". Tanto es así, que añadió: "Espero que mi relación con este mundo no vaya nunca más allá de una interpretación en una película". Al final, más allá de los suicidios e incluso de la misma presión laboral, "el problema, y el verdadero tema de esta película, es el abuso de poder, el modo en que ciertas personas tratan a sus subordinados pensando que valen menos que ellos, que están por debajo; es algo repugnante". En la película, este abuso se materializa, entre otros cauces, a través de una vigilancia estricta de los empleados, práctica que la actriz comparó con "la vigilancia que el propio Estado realiza sobre nosotros".
La naturaleza teatral del origen del proyecto se traduce en diálogos intensos (especialmente brillantes son los que mantienen Maribel Verdú y Carmelo Gómez, quien no pudo asistir ayer a la puesta de largo en Málaga), un aspecto que defendió ayer Gerardo Herrero: "No entiendo que todavía haya quien valore lo teatral como algo negativo para el cine y piense que todo ha de ser por fuerza muy visual. Como si no hablara la gente todos los días".
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