Álvaro Díaz: "Quería hacer una película de época y nunca sabía en qué época, pero quería hacer algo malagueño"

El director estrena ‘Vírgenes’, una comedia ambientada en el Torremolinos de los 60, con Carlos Scholz como uno de los protagonistas

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Álvaro Díaz y Carlos Scholz posan para esta entrevista.
Álvaro Díaz y Carlos Scholz posan para esta entrevista. / Javier Albiñana

Vírgenes está ambientada en la España de finales de los años 60, una época de cambios y contradicciones en la que tres amigos sevillanos, Honorio, Rafa y Vicente, sueñan con escapar de su rutina y encontrar la libertad en la Costa del Sol. Con la llegada del turismo extranjero y una nueva mentalidad que choca con la tradición, los jóvenes ven en Torremolinos la oportunidad de vivir nuevas experiencias que en su ciudad parecen imposibles. Dirigida por Álvaro Díaz y protagonizada por Carlos Scholz en el papel de Vicente, la película mezcla comedia, nostalgia y un retrato generacional, y se presenta en el Festival de Málaga.

Pregunta.Como director, ¿de dónde le surgió la idea de esta película?

Respuesta.Álvaro Díaz. Bueno, yo siempre quería hacer una película de época y nunca sabía en qué época, pero quería hacer algo malagueño. Me han contado mucho mis padres, mis abuelos, del boom turístico de Torremolinos. A partir de ahí, se me vino la idea y me apetecía hacer una película de tres chicos viajando, pero de época y no una película ahora tan rápida con los móviles. La época es perfecta y luego así trataba pues a partir de ahí se me creó la idea y la expectativa de una película de esté chico viajando, pero de época hay una. La falta de libertad que había, un poquito con humor, lo de la Ley de Vagos y Maleantes, un poquito una crítica al franquismo, pero todo con muchísima comedia. Surgió la idea de hacer algo distinto. Pensé en Málaga y empecé con una cosa, un personaje, el viaje... Y así.

P.¿Por qué la Ley de Vagos y Maleantes?

R.Á. D. Si tú haces una película que van a Torremolinos, donde se abrió el primer bar gay de España, y no cuentas eso, y la famosa red de acumulación en el 71, es como hacer una película en una playa y no rodar en el agua. No me parecía lógico hacer una película sobre eso y no hablar de eso de alguna manera u otra.

P.¿Cómo encontró un actor para cada personaje? ¿Cómo fue la selección?

R.Á. D. Hice un casting y cuando lo hago, sé lo que no quiero más que lo que quiero. Me dejo sorprender por la actriz o el actor que viene. Cuando vi a Carlos (Scholz), como ya lo conocía de antes y me ganó en las tres primeras frases. Lo mismo con Natalia Zahara, luego con César me costó un poquito más. Es un proceso muy bonito porque es la primera vez también que tú oyes a un actor o a una actriz decir tus textos, los que tú llevas dos años escribiendo en tu cabeza.

P.¿Por qué quería enfocarlo a la comedia?

R.Á. D. Porque quería siempre hacer una comedia con toques dramáticos, porque tú puedes hacer un drama y esa película es totalmente distinta, y a mí me gusta más moverme entre la comedia y el drama. Soy muy fan del cine, de la comedia social inglesa. Mi última película era una comedia sobre el cáncer de mama, la otra era sobre la muerte de la familia... Me gusta siempre compaginar el humor. Y si hiciese solo el drama, es que el humor no está solo, mejor mucho humor con toques de drama, que muchísimo drama y poquito humor.

P.Carlos, ¿qué sintió cuando le llegó el proyecto?

R.Carlos Scholz. Hice casting y me pasó lo mismo que a Álvaro. Al entrar, de repente lo vi, yo sabía quién era también por otro proyecto en común también que tenemos. Nos reímos, hice la prueba y yo veía cómo se reía, se divertía, le gustaba. Yo me lo pasaba muy bien a la vez. La separata, me encantaba, me parecía muy, muy graciosa. Al final sonó la flauata y llegué al personaje y me encantó, pero me lo pasé pipa.

P.¿Cómo es Vicente?

R.C. S. Vicente es uno de los tres protagonistas, que son tres amigos. Están en la Sevilla de los 60 y van al cine y ven algunas imágenes de las suecas en Torremolinos y piensan que tienen que ir alií y que pueden perder la virginidad, porque son los tres vírgenes. Cada uno con su salvo-conducto: Mi personaje tiene novia y la quiere mucho, pero piensa a ver qué surge por ahí, entonces se van para allá. Es una aventura y unas locuras tremendas, muy divertidas, tronchante. Y mi personaje lo pasa bien, pero también lo pasa mal porque le pasan muchas cosas muy locas.

P.¿En qué se parecen Vicente y usted?

R.C. S. Vicente, por ejemplo, es una persona aventurera, le gusta explorar, conoce cosas nuevas y yo soy así también. Me propones algo a mí y en el momento te puedo decir que sí, no me pienso mucho las cosas, igual que Vicente. También cuando se enamora, se enamora de verdad, y pienso que también yo, cuando me enamoro, me enamoro de verdad. Me enamoro poco, pero cuando lo hago, lo hago muy bien.

P.Cuénteme sobre el personaje, porque es de época. ¿Cómo se lo preparó usted?

R.C. S. Cuando Álvaro me pasó el guion, lo primero que hice fue preguntarle a mi tía abuela, que tiene 86 años, sin decirle mucho, si se acordaba cuando llegó el bikini a España. Me respondió: "Sí, llegó por las suecas a Málaga y yo lo recuerdo porque fuimos todas la playa y vimos a estas chicas en bikini y dijimos: '¿Esto qué es, por Dios, cuánta carne, qué hacen enseñando tanto?'". Y fui preguntándole más. Estaba Franco y había muchas normas, la época era muy restrictiva. Se ha estudiado mucho y se ha hablado mucho, pero no sobre este tema en concreto, ese boom turístico del Torremolinos de los 60, cómo explotó todo eso, cómo se lleva gente que no está acostumbrada a ver gente en bikini, que ahora mismo cada vez estamos más libres en la playa. Pero en ese momento tuvo que ser muy loco.

P.Como director, hacer comedia de la realidad, ¿cómo ha conseguido no caer en la sátira?

R.Á. D. Hacer el humor con respeto. Es una cosa muy seria en el sentido de que tú estás muy en serio, no vas escribiendo una escena buscando hacer reír, sino hacer reír con la situación, no en gags fáciles. Es un proceso muy chulo, tú coges las situaciones con la parte graciosa. No vas a intentar hacerte gracioso porque si no, no tiene gracia. Lo que pasa con los actores, lo hacen con una verdad absoluta y ahí viene la gracia. Va a ser una película divertida y distendida.

P.Siendo una comedia, deben de tener muchas anécdotas que contar.

R.Á. D. Hay varias. Cuando en el segundo día de rodaje, ellos están en la playa y es la primera vez que ven a las suecas y a los suecos, yo quería figurantes de 1,80 metros para arriba. En esa época, que eran más bajitos que ahora, con tíos de casi dos metros, ellos ya flipaban, imagina... Era muy gracioso de ver.

R.C. S. Todos los días pasaba algo, no había día que no pasara algo gracioso. Hemos tenido que decir muchas veces de controlarnos, porque nos estábamos riendo demasiado. Además, Álvaro presta mucha atención en eso, ya me lo habían dicho, que el rodaje sea algo divertido y ameno y que todo el mundo disfrute haciendo su trabajo. Como rodábamos en casa, en Málaga, todos los días aparecía ahí un día familia suya, otro día familia mía, de todos los malagueños. Y otra muy chula era conducir el Fiat 600 en el centro de Sevilla. De hecho, cuando teníamos las calles cortadas, en la plazaa frente a la catedral, cuando ya estaba prevenido, de repente me dijeron que me esperase porque acababa de salir el obispo. Había un paso de Semana Santa, estaba ensayando ahí en mitad del rodaje (risas) y el obispo dándole la bendición. Tuvimos que esperar, mínimo, una hora.

P.Presentan la película en el Festival de Málaga. En su Málaga, su tierra. ¿Cómo se sienten?

R.Á. D. Es la primera vez que he rodado en Málaga, para mí fue un honor rodar en Málaga y luego presentar aquí la película. Es como la guinda del pastel. El Festival de Málaga, que apoya tanto el cine, la gente llena las salas... Las primeras dos horas se han agotado las entradas, Un poquito de nervios, pero con muchas ganas e ilusionado.

R.C. S. Un poco cerrar el círculo, porque empezamos a rodar aquí, después nos fuimos a Sevilla, pero es como algo circular, como un ciclo que hemos hecho de rodar en Málaga, una película hecha en Málaga, con nuestra gente. Gracias a que es en Málaga también podemos llamar a conocidos y es más fácil que vengan nuestros familiares. Se siente uno como jugando en casa. Nunca he confiado, porque nunca te confías. Yo creo que siempre está ese nervio, pero estoy rodeado de los míos y eso es muy bonito.

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