Ruta entre Álora, Carratraca y Ardales: subida a las Mesas de Villaverde
Redescubriendo la provincia
La etapa 21 de la Gran Senda de Málaga parte de la estación de El Chorro
Vistas para sentirnos humildes, pequeños y agradecidos
El resumen de todas las etapas de la Gran Senda de Málaga que estamos haciendo de tapadillo y por la patilla está llegando a su fin. Y la penúltima ruta que reseñaremos es esta etapa 21 de la GR 249 que enlaza a Álora, desde la estación de El Chorro, con Carratraca y Ardales.
Cerca de 22 kilómetros, que recorreremos en siete horas si vamos con buen ritmo, a lo largo de los cuales disfrutaremos del pintoresco paisaje de las Mesas de Villaverde desde donde contemplar fantásticas vistas del tajo de los Gaitanes y del valle del Guadalhorce, observar las aves rapaces que lo sobrevuelan para ver si completamos un gran año, o visitar el yacimiento de Bobastro, aunando de este modo naturaleza e historia. Un planazo, vamos.
Esta senda tiene un recorrido bastante asequible caracterizado por algunos desniveles de consideración y marcado por las grandes obras hidráulicas que se reparten por el interior de la provincia y que pivotan alrededor del río Guadalhorce.
Una vez más, recordar que Wikiloc ofrece amablemente los principales hitos de esta ruta a través de un enlace cómodo y sencillo. Sabemos que hay quien prefiere usar su instinto, guiarse por el sol y por la proliferación de musgo por el lado de los troncos de los árboles que da al norte, pero, incluso así, compartimos el enlace de Wikiloc para las personas que prefieren no arriesgar a perderse ni a que las tengan que rescatar con un helicóptero con el consabido gasto monetario que ello supone.
La estación de El Chorro marca el inicio de la etapa y bien merece la pena el esfuerzo físico el darse una vuelta por el sistema que conforman el embalse del Tajo de la Encantada y la presa de Villaverde. De hecho, el camino pasa por encima del dique del contraembalse de la Encantada.
Se continúa subiendo por un pinar muy despejado ocupado en tiempos por olivos, donde medran ahora palmitos, albaidas, retamas y bayón. En toda esta zona son brutales las panorámicas sobre El Chorro, el valle del Guadalhorce y los Castellones.
El camino va ensanchándose hasta que se topa con el muro de hormigón de la presa superior. Se sigue hacia la derecha, hasta el borde superior del dique en su extremo nordeste, y luego se continúa por el carril perimetral que lo bordea por su base.
Un claro entre los pinos permite contemplar una de las mejores vistas sobre el Desfiladero de los Gaitanes, llegándose a ver los dos cañones, la sierra del Huma y un poco de la sierra del Almorchón con el pico del Convento. Con suerte veremos incluso alguna especie avícolas de las que proliferan por el entorno.
Tras pasar un observatorio de vigilancia del Infoca, el carril gira hacia una zona de miradores en las Mesas de Villaverde, cercanas a las zonas excavadas del yacimiento de Bobastro y la Casa de la Reina Mora.
El yacimiento de Bobastro es un sitio clave para entender los primeros siglos de formación de Al-Ándalus y en este conjunto arqueológico encontramos, entre otros hallazgos, una iglesia rupestre y una serie de viviendas excavadas en roca.
A mediados del siglo IX, casi 150 años después de la conquista de la Península Ibérica, el Emirato Omeya de Córdoba gobernaba una población heterogénea y dispersa, muy compleja. Fue entonces cuando Abd al-Rahman II propugnó una serie de medidas para la unificación del territorio que ganaron la oposición de muchos habitantes de al-Andalus.
Aquella respuesta se tradujo en numerosas rebeliones de las que la más destacada fue la que mantuvo Omar Ibn Hafsún, desde el año 880 hasta su muerte en el 918, en Bobastro, el núcleo cercano a Ardales que en el comienzo de la sublevación apenas contaba con un antiguo castillo y que, bajo su mando, llegó a convertirse en una ciudad que aglutinó a numerosas poblaciones del entorno.
Bobastro, que fue finalmente desmantelada por Abd al-Rahman III en el año 928, constituye un episodio único dentro de la arqueología relativa a aquel periodo que, lejos de conocerse en su plenitud, conserva aún numerosos misterios por esclarecer.
Pero sigamos, que la historia nos nubla. Se desciende y la senda discurre por lomas que son el flanco derecho del río Guadalhorce, que discurre 350 metros por debajo. De hecho, va por la divisoria de cuencas del arroyo de los Granados y el Guadalhorce y se dejan atrás las casas Bolero, la de Zamarrilla y Merchano, y el rancho del Boina.
Esta zona se conoce como de Las Viñas, aunque los antiguos viñedos perdidos durante la epidemia de filoxera fueron sustituidos por cultivos de secano. Un perfil sin apenas vegetación jalonado de construcciones agropecuarias y segundas viviendas interrumpidas por minúsculas islas de encinar primigenio y arbustos colonizando antiguos secanos.
Al darnos la vuelta, como la mujer de Lot, nos toparemos con excelentes panorámicas sobre la sierra del Huma, el Arco Calizo Central con el Torcal de Antequera, el valle del Guadalhorce con el puntual paso del AVE y, al mirar al frente, tendremos enfrente la sierra del Agua con sus utilísimos aerogeneradores.
Más adelante, llegaremos a la Cruz del Chaparro desde donde seguiremos para cruzar el cauce del Granados por una zona donde comienza una nueva subida. Se llega así al puerto de la Riela y la zona de la Alamedilla que enlaza con el puerto Romero. Desde ahí, el carril baja a Carratraca y al frente va al cruce de caminos del puerto del Mozal.
Otro puerto, pero aún nos queda una tercera subida de importancia: el cerro de San Pedro, que está rodeado de matorral mediterráneo. Conocida esta zona como los Arenalejos o llano de los Pinos, la vegetación deviene en un bosque de pinos piñoneros que crece en los arenosos suelos de sierra Blanquilla.
Cruzamos al término municipal de Carratraca y la ruta culmina (por ahora, y antes de seguir) en los restos de la ermita de Nuestra Señora de la Salud. Como sustitución para los devotos, algo más abajo se ha erigido una pequeña capilla con una imagen dentro, y es desde este punto que se ve por primera vez el pueblo carratraqueño.
El camino nos lleva hacia la zona este de Carratraca, en la calle Glorieta. Cruzamos el pueblo, no si antes dejar de disfrutar de su belleza serrana y de su famoso balneario, y salimos por el callejón que desemboca en la antigua carretera del abrevadero.
Se pasa por debajo de la A-357 y al otro lado el cortijo del Lagar nos señala el camino del Colmenar. Este carril pasa al lado del arroyo de las Cañas, pero nosotros ascendemos un poco más hacia el cerro del Olivo y después otra vez abajo: hacia la rambla de la Torre.
La última subida del día lleva a la ermita del Calvario donde nos espera una bonita vista de Ardales y el castillo de la Peña. El descenso que queda, menos mal, es corto y cuando se llega a las primeras casas del pueblo termina esta etapa que nos habrá dejado con ganas de meternos entre pecho y espalda un contundente almuerzo.
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