Opinión | Territorio Comanche

Bochorno

  • Mas turistas, más bares, más terrazas, más sombrillas, más sombra, lo que es la nueva estrategia adaptativa en versión pelotazo, que es la marca que se lleva por estos lares en los últimos tiempos

Una mujer se echa crema en  la cara para protegerse del  sol, esta semana.

Una mujer se echa crema en la cara para protegerse del sol, esta semana. / Marilú Báez

ESTAMOS en la tercera semana de mayo y ya podemos decir sin temor a equivocarnos que hemos rellenado la tarjeta de todas las anomalías climáticas. Veníamos de una sequía a la que siguió un rosario de días con temperaturas inusualmente frías, incluso una ola de frío, la sequía continuó, y justo cuando pensábamos que íbamos a sacar a todos los santos a la calle para que lloviese, aparecieron inusuales y continuados días de lluvia intensa, acompañados de una importante situación de calima, derivada de la colocación en el norte de África de una depresión que continuamente nos está enviando viento del sur. Y ahora parece que tendremos una ola de calor, con su episodio de calima. Y digo parece porque uno de los principales problemas al definir una posible ola de calor es que no hay una definición precisa del término. Se trata de episodios con temperaturas anormalmente altas que se mantienen varios días y afectan a una parte importante de nuestra geografía.

En nuestro caso, podemos considerar ola de calor un episodio de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el10 % de las estaciones de la zona registran máximas o mínimas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas y mínimas diarias en una ventana de 2 días sobre esa fecha en los últimos 30 años. Por ejemplo, para saber si el 20 de mayo de 2022 forma parte de una ola de calor en una zona determinada, comparamos las temperaturas máxima y mínima de todos los 18, 19, 20, 21 y 22 de mayo de los últimos 30 años de las de estaciones meteorológicas de esa zona, y cotejamos si al menos el 10% de las mismas tienen temperaturas máximas o mínimas por encima del percentil 95 de su serie. Así que en Málaga los termómetros se están disparando debido a una masa de aire muy cálido subtropical que está en el norte de África y subirá hacia la península ayudado por una dorsal anticiclónica, porque una dorsal anticiclónica se ha detenido en el suroeste de Europa y permanecerá en esta posición varios días más, propiciando el ascenso de las temperaturas en los próximos días hasta alcanzar valores estivales, e incluso las temidas noches tropicales.

Dado que todas estas anomalías ya se han producido en lo que va de año, más alguna que venimos arrastrando desde hace varios años, parece que la noción de frecuencia ya se ha instalado en nuestro catálogo de acepciones climáticas, y básicamente de la mano de lo que hemos dado en denominar la crisis climática.

Todas ellas tienen una afección territorial y podríamos elaborar un mapa de Málaga representando las zonas que se inundan de forma recurrente, aquellas en las que los efectos de la torrencialidad son mayores, en cuales hay un mayor confort climático y en cuales no tanto. Incluso aquí, en donde uno de nuestros mayores recursos es precisamente la bondad climática, nos encontramos zonas que nos determinan ciertos déficits. No es sorprendente que esto se traslade al precio del suelo y la vivienda.

Y así aparece perfectamente reflejado en un reciente informe del Idealista, referido a los precios de venta de las viviendas, como son las zonas de un mayor confort climático, aquellas en las que los precios son más elevados. Zona este, el Atabal, Avenida de Andalucía, calle Pacífico, de un lado, y centro histórico, con una estructura urbana densa que permiten las áreas de sombra, de otro. Conectar estos indicadores con los de vulnerabilidad social no es muy complicado y, de hecho, en un reciente estudio de la Universidad de Málaga, de la mano de la Fundación Ciedes y del Omau, se establecieron una serie de indicadores que nos marcaban esos niveles aplicados al ámbito urbano malagueño. Tampoco fue casual el resultado de éste, siendo los barrios que una mayor vulnerabilidad social poseen, aquellos con mayores problemas, los que también tienen las peores tasas de confort climático, con lo que poníamos de manifiesto como la ecología y las ciencias ambientales son ciencias clave hoy en día para entender la relación entre el cambio climático en las ciudades y la salud, y es algo que los actuales gestores deben tener presente a la hora de la toma de decisiones.

La realidad es que en ámbitos urbanos la afección de las olas de calor está muy directamente relacionada con las zonas verdes existentes, en donde la capacidad de absorción de calor por parte del asfalto se dispara en orden de magnitud respecto a la de los jardines, incidiendo en la temperatura ambiente. Vamos, que donde hay más zonas verdes hace mucho menos calor, como entiende cualquier paisano, aunque cualquier paisano no se hace rico alicatando todo el terreno, claro.

Esto ha sido y es fácilmente comprobable en los Jardines de Picasso, en el Parque, o en Parque Huelin… Con una diferencia térmica de hasta 8 grados respecto a zonas que apenas distan unas decenas de metros, eso sí, sin sombra natural. Hemos de insistir una y mil veces en el déficit de zonas verdes generadoras de sombra biológica que existe en la ciudad de Málaga, aunque claro, si sumamos las sombrillas de las terrazas de los establecimientos de restauración la cosa puede variar considerablemente. Y ahí quizá debe residir la causa lógica, por la que el ayuntamiento ha decidido trasladar el turismo desde el centro a los barrios. Desde luego no parece que este plan vaya destinado al turismo del taco, de los megayates, de los que están al otro lado de la valla de la vergüenza, que indignamente se sigue manteniendo en el puerto, al turismo de lujo, como se denomina ahora. Mas turistas, más bares, más terrazas, más sombrillas, más sombra, lo que es la nueva estrategia adaptativa en versión pelotazo, que es la marca que se lleva por estos lares en los últimos tiempos. En vez de zonas verdes que den sombra, más bares con sombrillas. La refrigeración por el refrigerio debe pensar el alcalde.

Pero cuando las anomalías climáticas dejan de serlo y se convierten en frecuentes, es fundamental activar planes de adaptación frente a las mismas en ámbitos urbanos, en el marco de estrategias adaptativas, que tiendan a incrementar la calidad de vida y condiciones socioeconómicas de la ciudadanía, en donde de nuevo hay que reivindicar medidas inclusivas, mediante las que nadie, ni persona, ni colectivo, ni barrio se quede atrás, y por tanto, se reduzca la vulnerabilidad de algunos barrios respecto a riesgos climáticos. Ya vamos tarde, pero, mientras tanto, se ha nombrado al director general para la Expo2027, quién cobrará 87.000 anuales con derecho a pasearse al otro lado de la valla, en la parte del taco, siendo el agraciado el mismo que dejó un agujero en la Expo de Zaragoza cercano a los 700 millones de euros. Y así queda inaugurado el tránsito a la sostenibilidad. Bochorno.

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