Málaga

Larga vida a un árbol único y en peligro: el pinsapo

  • La Junta de Andalucía concluye un plan pionero para la recuperación de los bosques arrasados por pasados incendios El éxito de las repoblaciones se verá en unos diez años

Es un árbol único, reducido prácticamente a unas cuantas miles de hectáreas en las provincias de Málaga y Cádiz, concentradas en las sierras de las Nieves, Bermeja y Grazalema. Pero los cambios en el clima, la acción del hombre y, sobre todo, los incendios forestales han puesto durante décadas en jaque a los últimos reductos de una especie tan emblemática y delicada que necesita unas condiciones muy concretas para poder desarrollarse.

La amenaza que se cernía sobre el único pinsapar del mundo en su especie hizo saltar hace años las alarmas en la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, que puso en marcha en 2010 el primer gran plan de recuperación del pinsapo para tratar de repoblar todos aquellos puntos donde se sabe que en su día estuvieron cubiertos por esta especie emblemática. Y los resultados hasta ahora invitan a la esperanza, aunque para comprobar el éxito de este proyecto pionero que terminó a finales del año pasado habrá que esperar unos diez años.

Es el tiempo que el coordinador regional del plan de recuperación del pinsapo y técnico de la Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio en Málaga, Pepe Quintanilla, estima que debe transcurrir para poder concluir que una repoblación de pinsapo ha funcionado. A la espera de ese horizonte futuro, el mecanismo ya está en marcha después de repoblar todas aquellas zonas donde se tenía constancia de que existieron pinsapares y que los incendios los hicieron desaparecer, como ha sido el caso de las sierras de Igualeja, Istán, Parauta o Tolox. Aunque también se ha actuado en otros sitios donde se intuye que hubo como es en la Sierra Blanca de Ojén por las condiciones de la vegetación de la zona, y en Sierra Negra en Coín donde solamente había dos ejemplares y uno de ellos se quemó en el gran incendio de 2012 por lo que se han plantado unas 300 unidades justamente en ese mismo lugar.

Pero Sierra Real en Istán es la zona donde más pinsapos se han plantado. Unas 8.125 unidades en una enorme extensión de monte público, que en su mayoría quedó completamente arrasada por el devastador incendio ocurrido en la zona en 1991 y que calcinó más de 8.000 hectáreas forestales. Para la plantación se buscaron las zonas de sombría idóneas para el crecimiento de esta especie en las partes altas de las laderas con un máximo de 250 ejemplares por hectárea, ya que la densidad óptima de una masa de pinsapar a lo largo de su vida suele rondar los 150 ejemplares debido a los niveles de mortandad naturales de esta especie.

Lo que se busca en definitiva, explicó Quintanilla, es "crear un rodal lo suficientemente importante como para que en el futuro sea fértil y cuente con ejemplares adultos que permitan la polinización cruzada para que poco a poco se vaya regenerando la ladera de forma natural con la actuación que nosotros hemos comenzado".

El primer año resulta "crucial". Si el 80% de la repoblación lo supera, "el éxito final está casi garantizado", aseguró el coordinador regional del plan de recuperación del pinsapo. Las plantaciones, en muchos casos de gran complejidad debido a lo abrupto del terreno elegido, se llevaron a cabo en los meses de otoño de los cinco años que ha durado el proyecto una vez que habían caído unos 200 litros por metro cuadrado y el suelo tenía el nivel de humedad adecuado.

Y es que la complejidad de este tipo de repoblaciones radica en la particularidad de una especie que requiere la humedad y la sombra adecuada para crecer, además de protección frente a la fauna. De ahí que la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio haya buscado una forma de proteger los pinsapos plantados garantizando a su vez el paso del aire y la condensación de las nieblas gracias a una especie de malla de red fina, que también se ha usado en la repoblación de las zonas de ribera con otras especies para completar la repoblación de pinsapos y "crear núcleos de dispersión con otras especies de interés como el quejigo o el arce", indicó Quintanilla.

Todo eso facilitará la conexión entre los rodales creados y estos y las masas actuales, lo que fomentará a su vez el aumento de la producción de semillas viables y las posibilidades de germinación y expansión natural de los bosques de pinsapo que se quieren recuperar con este proyecto en el que se han plantado alrededor de 17.000 nuevos ejemplares solamente en la provincia de Málaga.

En el paraje conocido como Fuenfría, en el término municipal de Parauta, la repoblación se llevó a cabo hace cuatro años y hay pinsapos que sobrepasan ya el metro de altura, según pudo comprobar este periódico en una visita a la zona. En ese lugar solamente quedaba un único ejemplar adulto y "lo que se ha hecho ha sido darle compañía y garantizar que en el futuro haya pinsapos padre que formen un rodal y se produzca la dispersión natural de semillas".

El otro gran reto de las repoblaciones llevadas a cabo por la Junta de Andalucía ha sido, además de garantizar la masa de pinsapos en el futuro, aprovechar las tareas para acondicionar los caminos de acceso para que sirvan también como cortafuegos frente a posibles incendios y vías de entrada y salida para los efectivos que tengan que acudir a sofocarlos. Es, según el técnico de la Junta de Andalucía, una de las "prioridades del proyecto debido a que "la prevención de incendios resulta clave para garantizar la supervivencia de una especie históricamente muy castigada por ellos".

Pero lo que se cree que revolucionará el futuro del pinsapo es la aplicación del llamado modelo de incidencia solar, elaborado por la Red de Información Ambiental de Andalucía (Rediam), y que permite afinar con una gran exactitud los lugares más idóneos para llevar a cabo las actuaciones de reforestación.

Este sistema está basado en el número de horas de sol anuales que soporta cada punto del terreno, calculado mediante la simulación sobre el relieve de la trayectoria solar a lo largo del año y teniendo en cuenta la latitud de la zona, la pendiente, la orientación, el abrigo de las zonas encajadas, y la evolución diaria y mensual de la inclinación del sol, entre otros aspectos.

Las posibilidades que ofrece este modelo para garantizar el futuro del pinsapo llenan de emoción al coordinador regional del plan de recuperación del pinsapo, ya que va a permitir planificar con mayor precisión las futuras actuaciones al poder elegir con exactitud aquellas zonas óptimas para restaurar con pinsapos desaparecidos por incendios conocidos y lo más importante asegurar el establecimiento de nuevos rodales en los que no existe constancia de la presencia de esta especie por haber desaparecido en épocas más remotas. La idea es perfeccionar su aplicación y poder ponerlo en práctica en las próximas repoblaciones que se lleven a cabo, una vez que "podamos determinar que el modelo funciona con una primera fase experimental", matizó.

Sistemas como éste serán dterminantes en un escenario futuro en el que el cambio climático podría afectar a esta especie. Aunque Quintanilla confía en que el pinsapo sea capaz de adaptarse a pesar de las irregularidades que se espera que se produzcan en el clima.

Hasta el momento lo está consiguiendo. La gran expansión del pinsapo entre las provincias de Málaga y Cádiz donde se localiza se produjo en los años 60, no solamente porque fue una década más húmeda y fresca de lo normal, sino porque fue también en esa época cuando empezaron las primeras tareas de repoblación unido al abandono masivo de la ganadería por la emigración. La mayor extensión de pinsapos se concentra a día de hoy en Yunquera, donde hay unas 1.100 hectáreas. Unas 500 quedan en Grazalema, en la provincia de Cádiz, y otras 440 en Ronda. En éste último municipio es donde precisamente se localizan los ejemplares más antiguos con más de 340 años.

Habrá que tener paciencia para volver a disfrutar del esplendor de los pinsapares en la provincia. Su crecimiento es lento. Tardan al menos 25 años en considerarse ejemplares adultos. Con una altura de entre 12 y 15 metros, es cuando empiezan a producir piñas y a expandirse de forma natural.

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