Málaga

Premio a un proyecto de investigación de la UMA sobre la barriada de Los Asperones en Málaga

  • El estudio utiliza la metáfora como vehículo para incidir en el desarrollo del vecindario

Grupo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA.

Grupo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA. / M.H. (Málaga)

Expresarse usando metáforas puede parece algo enrevesado, pero es parte del habla diaria y se utilizan de forma natural. Esta figura retórica hace que describir cualquier cosa sea una tarea sencilla, porque si alguien dice que cierta persona está más fuerte que el vinagre, es fácil intuir que se refiere a alguien con buena forma física. Cuando un vecino de Asperones expresa que vivir en el barrio es como tener un pulpo que te atrapa y no te deja salir, se crea una nítida fotografía de cómo es la realidad en el barrio malagueño. Un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de Málaga del departamento de Teoría e Historia de la Educación y M.I.D.E. trabajan en un proyecto de desarrollo que usa la metáfora como vehículo de comunicación para adentrarse en la realidad del barrio. Empoderamiento y validez son palabras clave de esta investigación que ha sido premiada por la Fundación Foessa.

Desde el grupo de investigación llevan años con el foco puesto en Asperones. En 2020 consiguieron elevar a Naciones Unidas datos como que la tasa de paro superaba el 74%. “Hemos llegado hasta aquí, ¿ahora qué podemos hacer por el barrio?”. Fue con esta pregunta cómo nació Mirando juntos para ver más allá: metáforas de resiliencia, empoderamiento e inclusión social, el proyecto premiado que trata de darle valor a los discursos de los vecinos de Asperones. “Queremos analizar la exclusión social desde dentro. Cómo la ven los vecinos, cómo la viven y cómo la sienten”, indicaba, Cristóbal Ruiz profesor de la Facultad de Educación. De esta forma, que un adolescente de Asperones diga que el “instituto es un mundo”, una instalación que no existe en el barrio, refleja el aislamiento que se sufre en sus calles. “No le falta razón, en Asperones hay censados 1.200 habitantes y en la Universidad Laboral, por ejemplo, hay 1.300 alumnos”, comentaban los integrantes del grupo.

El grupo de investigación, conformado por nueve miembros, tiene claro que para hablar del barrio hay que escuchar las voces de la gente que lo compone. “Se difunde información sobre Asperones y no paran de realizarse informes sobre su tasa de paro, el índice de delincuencia u otros factores que estigmatizan al barrio, pero nada de eso se acerca tanto a la realidad de la pobreza que sufren como que una madre diga que tuvo que mezclar el cola cao de su hijo con agua porque no tenía para leche”, explicaba Jesús Juárez, otro de los investigadores del estudio.

La investigación constará de tres partes. En un primer lugar se pretende analizar la exclusión social, después se atenderán a las historias de resiliencia y la lucha que realizan los habitantes, por último se revisarán los sistemas de apoyo a la inclusión que se venían realizando hasta ahora.

Es en las primeras dos fases donde entra en juego la metáfora que la Real Academia de la Lengua define como “aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación y facilitar su comprensión”. Comprender los discursos de los vecino de Asperones y empoderar sus vivencias es el eje principal sobre el que gira el proyecto, por lo que la metáfora funciona como el perfecto aliado. “Hemos conseguido un lenguaje que nos permite conocer las vivencias de lo que significa vivir en un barrio así, y lo puede usar desde un niño a un abuelo, la metáfora la entienden todos”, explicaba Lorena Molina, profesora de la Facultad. Los expertos confesaban que no han encontrado la metáfora, sino que la metáfora los ha encontrado a ellos y ha sido tras un largo proceso de escucha.

Una investigación creada desde el barrio, pensada para el desarrollo del barrio y que se proyectará en este. Así, a pesar de ser una trabajo científico, los resultados se van a recoger en tres informes. Uno se elaborará con el lenguaje propio del ámbito académico, otro se redactará para que pueda ser comprendido por los ciudadanos y también se representará en formato audiovisual, para las personas que no estén familiarizadas con la lectura.

Por otro lado, el proyecto trata de encontrar enlaces entre el lenguaje científico y el léxico de a pie. De esta forma, explican que para determinar la exclusión social no resultaría útil preguntarles a las personas que cuáles son sus factores de riesgo, en cambio, si se les pregunta cuáles son los muros de su vida, probablemente explicarán cuáles son los factores que no les permiten avanzar. “Es interesante ver qué relación tiene el muro con el concepto factor de riesgo”, explicaba Ruiz. Además, consideran interesante que sacar la investigación del lenguaje académico podría nutrir a este: “por definición, el lenguaje científico tiende a cerrar, pero hay conceptos que se le escapan. Puede que si hacemos un esfuerzo por entenderlos, nos demos cuenta de que hay más factores de riesgo de los que hemos pensado en el mundo académico”, explicaban.

Además de los objetivos principales que tiene el proyecto, este persigue fomentar la participación de los vecinos del barrio. “Nosotros no los representamos, tienen que ser ellos lo que cuenten su realidad”, explicaba Juárez. Dentro del grupo de trabajo cuentan con vecinos del barrio e indican que esto es fundamental para que el discurso cobre mayor importancia. Los investigadores inciden en la necesidad que hay en el barrio de sentirse escuchados, “siguen estando olvidados por las administraciones públicas y ya hasta tenemos que hacer un ejercicio de memoria histórica para que esto no vuelva a ocurrir, porque han pasado más de 30 desde que la barriada se encuentra en situación de pobreza severa”, explicaban.

Empoderar, validar y comprender. Estos son los conceptos principales sobre los que gira una investigación que comenzará a primeros de junio. Contará con una dotación económica de 15.000 euros y se desarrollará en un año. Tras estos doce meses, se llegará al final de la investigación, aunque el objetivo se habrá cumplido antes, cuando los vecinos se hayan sentido atendidos. A partir de ahí, estos investigadores seguirán aportando su granito de arena en el desarrollo de esta comunidad. Lo harán desde un plano “secundario”, porque tienen claro que “la universidad tiene que ser un altavoz para que suenen estas voces”.

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