La Universidad de Málaga tramitó el año pasado 31 solicitudes de patente. En 18 casos se ha promovido la protección internacional y en los 11 restantes la nacional.  En la actualidad la cartera de  inventos que posee la institución académica supera los 250. La cifra es significativa, sobre todo si se tiene en cuenta que el registro de patentes es una actividad relativamente nueva en las instituciones académicas. En Málaga, la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI), que se ocupa de solicitar las patentes, se creó en 1988 y hasta 1990 no logró formalizar sus dos primeras peticiones. En realidad, los registros de innovaciones no han alcanzado una cierta masa crítica hasta 2010, justo coincidiendo con la crisis económica. Esta reactivación tiene dos explicaciones. Por un lado, las patentes han empezado a contar en el currículum académico, de ahí que haya captado el interés de los investigadores, y, por otra parte, la Universidad de Málaga ha activado una estrategia dirigida a identificar innovaciones, entre las que figuran los programas informáticos, susceptibles de registro.

Conseguir acuerdos para licenciar la explotación de lsas patentes, sin embargo, resulta  más complicado. Muchas requieren el desarrollo de un prototipo, es frecuente que las empresas exijan evaluar antes la solución que se ofrece. Lograr, además, que proporcionen ingresos resulta todavía más infrecuente.

No obstante, en 2015 ha habido iniciativas interesantes como un acuerdo alcanzado con una empresa del sector de la biomedicina que ha explorado varias tecnologías desarrolladas en las universidades andaluzas, entre las que figura la UMA, y que tiene en curso acuerdos de explotación de 70 patentes. En este caso, la Universidad de Málaga puede conseguir licenciar cinco inventos.