Adrián Campos, el malagueño que regala guitarras por la calle

Este profesor de guitarra cuenta con más de 12.000 alumnos y es una celebridad en redes: 3,3 millones de seguidores en TikTok, 1,2 millones en YouTube y 949.000 en Instagram

Adrián Campos posa para 'Málaga Hoy' con las guitarras que regala y unas placas de YouTube
Adrián Campos posa para 'Málaga Hoy' con las guitarras que regala y unas placas de YouTube / Javier Albiñana

Vuela una guitarra hacia un transeúnte despistado. Si la coge sin que toque el suelo, es suya. Puede que un día un chico se te haya acercado en la calle Larios con una gran caja de cartón y te haya dicho que si se la cambiar por 1.000 euros, por 100 euros, por 50 euros o por unos céntimos. Puede que incluso alguien te haya preguntado de manera aleatoria si sabes tocar el piano de paseo por Plaza Mayor. Son algunos de los innovadores ganchos que se han hecho virales y que nacen de la inquietud de Adrián Campos Gaspar, un emprendedor malagueño amante de la música que sin tenerlo planeado se convirtió en profesor de guitarra, empresario y celebridad de Internet.

A sus 27 años cuenta con cerca de un millón de seguidores en Instagram, más de tres millones en TikTok y 1,3 millones de suscriptores en YouTube. Su secreto es la naturalidad y la sencillez, la misma que destila como persona y que son el auténtico secreto de su éxito. Malagueño (“Nacido en Zaragoza por motivos familiares, pero llevo aquí toda la vida”), estudió Comunicación Audiovisual y, sin lugar a dudas, comunica con suma facilidad en ese terreno.

El bicho de la música le picó cuando era adolescente por un compañero de clase que tenía una guitarra. Ahí comenzó a juntar sus primeros acordes y a interesarse por el instrumento. “Con 15 años ya sonaba, no perfecto, pero sonaba”, recordaba en Málaga Hoy. Sus amigos le pedían acordes y así nació su primer e inesperado tutorial: “Era un tema de Efecto Pasillo. Le edité un vídeo para mandárselo por Whatsapp y aunque yo no subía nada a YouTube, ese lo subí. No recuerdo ni por qué, fue sin ánimo de nada”. Y de pronto empezaron a escribirle personas de España y Latinoamérica: “Claro, era la canción del momento. Muchos me decían que les había resultado muy sencillo”.

Eso fue un detonante. Autodidacta inquieto, vio que su fórmula podía ayudar a gente a comprender y superar obstáculos en el aprendizaje. “Esos truquillos que a mí me costaron semanas o meses, te los voy a enseñar para que lo aprendas en un día”, cuenta Adrián: “Aquello hizo un clic en mi cabeza, me di cuenta de que a la gente le gustaba cómo explicaba las cosas, facilito y sin complicarte la vida”. Apostó fuerte por su canal de YouTube y lo alimentó de canciones conocidas: “Para que la gente las tocara sólo por diversión. Y ahí empezó esta historia”.

La historia, que se sigue escribiendo, también es la de su evolución paulatina y en la que ha ido asumiendo retos. Además de sus tutoriales, como casi todo profesor de guitarra, también tuvo una etapa de acudir a dar clases particulares a las casas de sus alumnos: “Nada escalable, tienes un límite de horas al día, máximo puedes dar cinco clases presenciales. Era un extra para un chaval de 18 años”. Para contextualizar, actualmente suma más de 12.000 alumnos: “Todo bien organizado en grupos reducidos”.

A pesar de tal volumen, se las ingenió para poder compartir su método con un contenido que queda grabado para cada estudiante de por vida y un par de clases por videollamada a la semana que se toma muy en serio. Tiene una metodología clara, eso sí, sin que nunca deje de ser divertido, ameno y fácil de sacar resultados.

El penúltimo “boom” fue el de regalar una guitarra a cada alumno que se inscribía en su, digamos, escuela. “Muchos se pensarán, buah, este es el que regala guitarras, qué idea increíble… Qué va, ha sido todo supernatural, viene de un proceso. Como normalmente me contacta gente que va desde cero o un nivel básico, me preguntaban dónde comprar la guitarra. Yo he recomendado cientos de tiendas, hasta he colaborado con tiendas de Málaga, Madrid, Barcelona, Amazon… Y un día me dije, voy a comprar 30 guitarras. Hice una publicación en Instagram y dije que le regalaría una a cada persona que se inscribiese. Y no subí el precio ni nada. En tres horas se me gastaron. Se multiplicó por 20”.

El éxito no se le ha subido a la cabeza, al contrario. El precio de sus cursos son asequibles para casi cualquier bolsillo. “Eso es lo que no quiero perder, que por lo que te cuesta una guitarra, tengas el curso y el instrumento. No quiero subirme a la parra, no voy a pedir ahora 500 euros, quiero que cualquier persona que pueda permitirse una guitarra pueda permitirse el curso”.

El inquieto Adrián Campos sigue completando la formación con clases de ukelele, que da él mismo, y de piano (“Yo lo chapurreo, pero no para dar clases”), que enseñan dos personas cualificadas y de su máxima confianza. También van con los instrumentos incluidos sendos cursos. Además, se encarga de que sean de un mínimo de calidad.

Es tal el volumen de instrumentos y complementos que tiene que abarcar que su casa se le quedó pequeña y tuvo que buscarse un local para la logística donde le ayuda Miguel, que también fue su alumno. “En la calle habré regalado 300 y eso es una inversión, pero hay que buscar la manera de sorprender para darte a conocer. Y son retos chulos o graciosos y eso llega”, relata mientras confiesa sonriendo que hay quien no le cree: “Alguno me dice, esto no puede ser, esto es una estafa”.

Como no puede ser de otra forma, el amor que siente hacia la música no se limita a las clases, pero es algo que le absorbe tanto que tuvo que decidir un día no apostar por sus propias creaciones. “He estado mucho tiempo componiendo. Tengo disco, singles que han sonado hasta en la radio a nivel de Andalucía… Y en redes también fue bien. De 2022 a 2024 no se me conocía tanto por los cursos sino por mis canciones. Lo luchaba mucho y he conseguido ciertas cosas y me encanta componer, pero no ha llegado el momento de que esté encima de un escenario. La industria de la música es muy complicado y quema muchísimo. Y de forma paralela, la vida me lo ha puesto muy fácil porque la gente estaba encantadísima con mis clases y no estaba dando el cien por cien. Así que me dije, voy a volcarme, si me encanta dar clases y ver que con este método están tocando e ilusionados”.

Una forma preciosa de ganarse la vida, también por la recompensa del éxito ajeno. “También hay hasta algunas personas conocidas que han estado en las clases. Actores, futbolistas de Primera División que me siguen y me ha sorprendido. Me sigue gente a veces en la que pienso: ‘Joder, si me sigues y yo te admiro”. Nombres que se quedan encerrados en un justo anonimato pero que también son culpables de esas placas con las que YouTube reconoce a sus creadores con altas visualizaciones. “Lo hablo con mi familia y mi pareja, lo ves desde fuera y no te lo crees”.

Se cierra la grabación y Adrián vuelve a la normalidad. A la logística, al inventario, a preparar envíos de guitarras, pianos y ukeleles. Puede que uno de ellos sea tuyo un día. Bien porque te tropieces con él por la calle regalando instrumentos, bien porque conectes con él por la magia de las redes. Felicidad y música, qué combinación.

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