Los 10 crímenes que marcaron 2018
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Un encapuchado entró en octubre en un restaurante de sushi ubicado en Playamar para asesinar a tiros a un cliente que cenaba junto a una mujer. “Entró encapuchado, le disparó a bocajarro y salió andando, hasta que en el paso de peatones echó a correr y se subió en el asiento de copiloto de una furgoneta blanca”, relataba un testigo. La Policía, a su llegada, registró el vehículo que la víctima había aparcado en la zona y que figuraba como sustraído. Un ajuste de cuentas que agravaba la escalada de violencia en la Costa del Sol.
La Guardia Civil esclareció en noviembre el crimen de un ciudadano sueco ocurrido el pasado mes de agosto en Mijas. Los sicarios, que llegaron a Málaga procedentes de Suecia un día antes de cometer el asesinato, fueron detenidos horas después de ejecutarlo cuando intentaban huir a Marruecos. Según las pesquisas, dos personas fueron engañadas por sus ejecutores para conducirlos hasta un chalet, donde los torturaron durante horas para conseguir información sobre una partida de droga.
La violencia de género se cobró en 2018 la vida de María Adela y Manoli. Ambas fueron acuchilladas, supuestamente, por sus parejas, que continúan en prisión. En el primer caso, ocurrido en febrero en La Viñuela, el presunto agresor, con un pasado violento, fue localizado en Marbella tras huir. El supuesto autor del otro crimen, que se registró en septiembre, ya había sido arrestado tres veces en verano por quebrantar la orden de alejamiento.
Su cadáver fue hallado a finales de febrero con varios golpes en una vivienda situada en el término municipal de Casares. Había sido retenido junto a otros dos hombres, que corrieron mejor suerte y lograron escapar. La Guardia Civil, que investigaba el caso, contemplaba entonces la posibilidad de que los autores, dado el perfil de la víctima, se equivocaran de objetivo.
La última muerte violenta de 2018 tuvo como protagonista a un hombre de unos 40 años al que un vehículo atropelló después de que fuera arrojado desde otro en marcha con una veintena de puñaladas. La autopsia reveló que presentaba signos de estrangulamiento. El cadáver fue localizado por varios testigos a finales de diciembre en el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso. Con este caso ascendían a 18 los crímenes ocurridos durante el año pasado, el doble que el anterior.
Fue una mujer que deambulaba por una urbanización de Marbella la que pidió auxilio a un policía asegurando que habían matado a su pareja. Ambos, según su versión, habían permanecido secuestrados y, después, arrojados por un terraplén con la cara tapada desde su todoterreno, que un grupo de personas les habían robado.
Uno de los crímenes más llamativos se produjo en mayo. La víctima, conocida como Maradona, fue un supuesto narco que recibió varios disparos al salir de la Primera Comunión que su hijo había recibido en San Pedro Alcántara. Dos meses después sería otro narco, apodado Zocato, el que era abatido en Estepona por un encapuchado que huyó en bicicleta. Una operación junto a la Policía sueca permitió resolver ambos casos. Hubo nueve detenidos.
Una mujer murió de varias puñaladas a manos, presuntamente, de su hijo, de 38 años, con problemas mentales. La víctima residía en la primera planta del edificio de Fuengirola en cuyos bajos se encuentra el Juzgado de Violencia sobre la Mujer. El cadáver fue hallado también en mayo en el suelo del salón, rodeado de un charco de sangre. Tenía una puñalada en el pecho y varios cortes más. En la bañera de uno de los baños aparecieron dos gatos muertos.
Un grupo de encapuchados abordó a un hombre que cenaba en un restaurante en Estepona y tras propinarle una paliza lo introdujeron en un coche. Horas después, el cuerpo de un hombre apareció en los alrededores del Hospital Punta de Europa de Algeciras. La investigación policial logró identificarlo y constatar que se trataba del secuestrado:Brian Martos, un condenado por narcotráfico que habría sido víctima de un nuevo ajuste de cuentas.
El cadáver de Francisco Javier López Padilla, vecino de Cártama, fue hallado en mayo con numerosas puñaladas en la zona de Las Castañetas, después de permanecer desaparecido tres días. El autor, o los autores, que todavía no han sido identificados, emplearon varias armas, entre ellas un punzón e incluso un machete o un hacha. El cuerpo se encontraba oculto semihundido en el margen del río. Su vehículo había sido localizado poco antes calcinado.
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