Málaga

El mejor homenaje a Pablo

  • Decenas de personas se acercan al Centro Regional de Transfusión Sanguínea para hacerse donantes de médula ósea

  • La mayoría son jóvenes influidos por el mensaje de Ráez

Los padres de Pablo Ráez deberían haber visto las colas de personas que había ayer en el Centro Regional de Transfusión (CRTS) para hacerse donantes de médula ósea. Allí estaban Marina Ortega, Rosa Almagro, Ana Arcas, Miguel López, María Teresa Portillo, Cristina Fernández, Carmen Luque, Alejandro Aguilar, Miguel Ballesteros y muchos más. Casi todos jóvenes. La mayoría de ellos movidos a donar por el ejemplo del joven marbellí de 20 años que no pudo ganarle a la leucemia, pero que sí logró multiplicar exponencialmente los donantes. En la provincia, por ejemplo, pasaron de 93 en mayo del año pasado a 3.800 en el mes de septiembre después de su campaña, que se hizo viral en las redes sociales.

Pablo murió el sábado y ayer los trabajadores del CRTS no daban abasto. "Mi novia es enfermera y siempre me concienciaba a favor de la donación. Pero hasta que no conocí el caso concreto de este chico no lo decidí. Yo también hago deporte y me sentí identificado con él. Así que aquí estoy, intentando ayudar", contaba Miguel López, de 20 años, que ayer se hizo donante de médula ósea.

Dos amigas -María Teresa Portillo y Carmen Luque- aprovecharon su día libre para hacer lo mismo. "El trasfondo es Pablo Ráez porque nos concienció a todos, aunque yo ya lo había pensado antes. Lo hago por él y por los enfermos porque podemos ayudar a salvar vidas", explicaba María Teresa, de 26 años. A su lado estaba Carmen, de 28. Su padre murió de cáncer así que siempre tuvo en mente dar el paso de donar: "Me decidí tras la campaña de Pablo. Él le dio mucha visibilidad al tema porque hasta entonces era muy desconocido". Ayer ambas quedaron registradas como donantes de médula y de paso donaron sangre.

Carmen Ortiz -la administrativa que desde el mostrador del CRTS entregaba los documentos y el folleto informativo para hacerse donante- no paraba. El goteo de personas era constante. La mayoría apenas leían el librito de 14 páginas que explicaba la donación. Tenían claro que querían donar.

Después de firmar el consentimiento informado, los voluntarios pasaban a una entrevista con un médico para confirmar que fueran sanos. Además, les tomaba la tensión y les explicaba algunos detalles del proceso. Y de allí a la sala contigua para la extracción de un tubo de sangre. Este material biológico aporta información sobre las características de cada persona dispuesta a donar que, junto con sus datos, se registra en la Red Española de Donantes de Médula Ósea (Redmo). Como Redmo está integrada a su vez en una organización internacional, cuando un enfermo en cualquier parte del mundo necesita un trasplante, como los donantes están fichados, se rastrea por todo el planeta para encontrar uno compatible.

"En esa búsqueda, la globalización es total. Un donante de Málaga puede salvar a alguien de Murcia o de Nueva Zelanda y a la inversa. Aquí no hay muros más que la compatibilidad", explica el analista del CRTS responsable del Programa Andaluz de Donación de Médula Ósea, Sergio Fernández. El facultativo destacaba la sensibilización que Ráez ha hecho a favor de que la gente done, pero insistía en que no debe quedarse en una respuesta transitoria, sino que debe mantenerse: "El mejor homenaje es continuar y mantener las donaciones".

En España hay unos 280.000 donantes de médula ósea, lejos del millón que aspiraba a conseguir el joven marbellí. Pero el efecto Ráez es innegable. Frente a los 8.553 nuevos donantes alcanzados en 2015 en Andalucía, en 2016 se llegó a 33.951. En la provincia, la cifra oscilaba entre 100 y 250 mensuales. Después de que el joven marbellí lanzara su campaña en las redes sociales se pasó a casi 4.000. "El aumento fue exponencial", resumió Fernández. Para donar médula hay que estar sano y tener entre 18 y 55 años. Para hacer el trámite basta con acudir al CRTS o a alguna de sus unidades móviles.

Ayer también acudieron al Centro de Transfusión Rosa Almagro y su hija, Marina Ortega. Las dos iban a hacerse donantes de médula ósea. "Yo soy donante de sangre desde el mismo día que cumplí 18 años", relataba la madre. Ayer no pudo ser también de médula debido a la edad. Pero su hija, de 21, sí quedó registrada como donante.

Mientras llenaba los papeles en el mostrador, Ana Arcas, de 37 años, relataba que tomaba la decisión porque la ahijada de una compañera de trabajo tiene leucemia. "La niña tiene cuatro años...", explicaba y luego añadía: "Pablo ha sido un campeón, un ejemplo. Nos ha influido a todos. Ha hecho que todo el mundo le siga. Yo no tengo a nadie muy cercano que necesite un trasplante de médula. Pero no cuesta nada y si puedo regalarle vida a alguien ¿por qué no intentarlo? Además, creo que un gesto así te hace crecer como persona".

Cristina Gómez, la enfermera de la sala de extracción, atendía a un donante tras otro. El goteo era incesante. Ella era la encargada de sacarles el tubito de sangre para ficharlos desde el punto de vista de la compatibilidad, un dato imprescindible cada vez que se lanza la búsqueda de un donante. Ayer, los que acudían al CRTS no donaban médula, sino que se registraban como donantes. Sólo tendrán que donar algún día si son compatibles con algún paciente que necesite un trasplante. En ese caso, se harán analíticas más profundas para corroborar que están sanos y ahondar en los estudios de compatibilidad. Si se confirma que son aptos y mantienen su decisión de donar, entonces sí lo harán. Y en dos de cada tres casos habrán salvado una vida ya que las patologías para las que se recurre al trasplante de médula ósea -aunque hay mucha variabilidad- se curan entre un 60 y un 70%.

Cristina Fernández, de 19 años, también se desplazó ayer al CRTS. Contó que ya hace tiempo estuvo a punto de donar para un primo suyo que sufrió leucemia. "Pero al final no tuve que hacerlo porque su padre fue compatible. Así que yo ya estaba concienciada a favor de la donación. Pero Pablo Ráez nos deja el mensaje de luchar, de no darse por vencido ni siquiera en situaciones que no dependen de ti, como ha sido su enfermedad; de que nunca hay que perder la esperanza", sostenía.

Alejandro Aguilar, de 31 años, era otro de los jóvenes que ayer llenaban el CRTS. Contaba que un familiar necesita un trasplante y que eso ha reactivado su solidaridad. Era donante de sangre y ayer no sólo renovó sus votos con ese compromiso social, sino que manifestó su decisión de donar también médula ósea. "El caso de mi familiar me hace pensar que es necesaria la solidaridad. En parte ha influido eso y en parte, el caso de Pablo Ráez", afirmaba.

Había muchos jóvenes en las instalaciones del CRTS situadas en el Hospital Civil. Como Miguel Ballesteros, de 21 años. Ayer donó sangre por primera vez y en el mismo viaje se hizo donante de médula ósea: "Es un poco por el caso de Pablo, porque te identificas con él, y por ayudar a las personas". En apenas una hora, el CRTS ganó más de una decena de donantes. Y así todo el día y muchos días. Los padres de Pablo Ráez deben sentirse orgullosos: la lucha de su hijo no ha sido en vano.

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