Damián Quero - Arquitecto. Miembro del Instituto de Estudios Urbanos y Sociales (IEUS) de Málaga

Torre del puerto de Málaga: Tres preguntas sobre paisaje a Sir David Chipperfield (III)

El edificio que se propone construir aquí parece no tener figura, como si deliberadamente hubiese querido hacerlo evanescente

Torre del puerto de Málaga: Tres preguntas sobre paisaje a Sir David Chipperfield (II)

Una vista del hotel desde el paseo de la Farola.
Una vista del hotel desde el paseo de la Farola. / M. H.

La narración de la ciudad no es ajena al desafío mutuo entre las formas naturales y los ritos urbanos, entre la fatalidad y las aspiraciones humanas, entre el orden simbólico y la transgresión. Por eso admiramos las ciudades que, a pesar de los cataclismos urbanísticos padecidos, han sabido resistir y conservar en sus formas la explicación del sitio donde se fundaron, y provocan la sensación directa de la geografía que las aloja: Málaga como ejemplo, donde, a pesar de sus épocas de oscuridad, permanecen los elementos arquetípicos de su geografía y se reconocen las marcas del tiempo atrapadas en sus formas. Por eso esta ciudad hace fácil e intuitiva la orientación en ella, y al recorrerla se distinguen con claridad sus épocas y se perciben sus transformaciones; son éstas las cualidades –orientación en el espacio y en el tiempo– que suscitan y excitan el goce estético de las ciudades.

Los conceptos apropiados para describir las estructuras significantes de cada ciudad los he nombrado en mis trabajos como el sitio de la ciudad o el paisaje oculto. El sitio, noción relacionada con los mitos de fundación de la ciudad, es el resultado del proceso urbano de acumulación continua de lugares, de materiales diversos y con frecuencia contrapuestos. El sitio es la figura de los tiempos atrapados en la materia desde la fundación de la ciudad: la metáfora de su historización. El proyecto de arquitectura debe desvelar su significado, su paisaje oculto, y conservarlo. Así como en los hombres el fallo de la memoria causa el delirio, la ruptura de la continuidad en la narración de la ciudad provoca el disloque del sitio, que las gentes percibirán como barbarie, como desorientación, como fealdad.

Todo proyecto, en el sentido cultural de la palabra, nace de un impulso ético. En su práctica de la arquitectura ha concebido y construido usted, señor Chipperfield, proyectos sin destruir el sitio, y ha incluido en él sus obras como nuevos episodios que refuerzan la narración y reconstruyen la simbolización. Por eso ha sido usted reconocido y premiado. El edificio que ahora usted se propone construir aquí parece no tener figura, como si deliberadamente hubiese querido hacerlo evanescente, pasar desapercibido, como eludiendo el disloque que va a crear su presencia.

"Hablando entre profesionales, le sugiero que renuncie a hacerlo"

Esperábamos que su arquitectura fuese figura del tiempo actual, no adivinábamos cómo, pero ¿es quizá que, en su opinión, el tiempo que ahora vivimos no tiene figuración posible en la arquitectura, que los procesos económicos y administrativos que forman ahora las ciudades no pueden tener presencia inteligible en el lenguaje de la arquitectura? Así lo pensaba Habermas a final del siglo pasado. Si ésta fuese también su idea de la arquitectura y su visión del mundo estaríamos muy interesados en dialogar con usted sobre ello, y quizá coincidiésemos. Pero entonces, ¿por qué irrumpir aquí con un nuevo episodio urbano recurriendo al pintoresquismo banal, qué trivialidad, qué símbolo de la vacuidad nos va a exhibir?

Decía Lacan sobre la rememoración: “Que el sujeto reviva, rememore en el sentido intuitivo de la palabra, los acontecimientos formadores de su experiencia, no es en sí tan importante. Lo que cuenta es lo que reconstruye con ellos”. Le pido para Málaga, señor Chipperfield, juiciosa discreción si se propone usted reconstruir acontecimientos que formaron nuestra ciudad y nuestra experiencia de ella. Aunque, hablando entre profesionales, le sugiero que renuncie a hacerlo.

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