Atlético Malagueño-Mancha Real: Chupete te salva, Chupete te sube (2-0)

El delantero desequilibra el partido en diez segundos en el campo y el filial es equipo de Segunda RFEF

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Chupete celebra su gol
Chupete celebra su gol / Carlos Guerrero

Carlos Ruiz Rubio, Chupete, el nuevo chico de oro de La Rosaleda, donde ya corean su nombre un día sí y el otro también. Literalmente. Tres partidos seguidos en casa en los que marcó las diferencias y donde ha resultado determinante para abrochar la permanencia del Málaga en Segunda División y para firmar el gol del ascenso del Atlético Malagueño a Segunda RFEF. Tenía que ser él, su pichichi.

La tarde anterior estaba siendo clave ante el Granada, forzando también un penalti decisivo. Tras discutir con Cordero se quedó sin repetir gol. Pero esa se la guardó para el domingo. En el filial, el capo es Chupete y queda claro por qué. Ha pulverizado números realizadores y eso que lleva tiempo siendo el nueve titular del Málaga. Poca broma.

Ha tardado un lustro también Funes, con su inseparable Bravo, en poder lograr subir con el Malagueño. Muchas críticas, mucha carretera, partidos de play off raros, plantillas cada vez más jóvenes… Es también el triunfo de dos hombres de la casa que siempre priorizaron formar. Sin dejar de promocionar chicos al primer equipo, al fin consiguieron ser campeones. Y sin Cordero, Izan, Ochoa y, en el final, Chupete y Rafa.

Con algunos cambios en el once y Chupete en la reserva, el filial de Málaga se plantó en La Rosaleda para tratar de cerrar un ascenso soñado y ansiado. Contó con varios miles de malaguistas en las gradas que no dejaron de apretar de manera incesante.

Desde el inicio quedaron claras las intenciones de ambos equipos. El Malagueño es un equipo jugón y vertical que por momentos juega de memoria. El Mancha Real, en la inmensidad de La Rosaleda, lo fio todo al orden y a buscar algún balón directo.

Comenzó avisando con un buen balón de Arriaza a Juanma y que no entró por poquito. Siguió y siguió insistiendo el conjunto de Funes, al que le faltó en la primera mitad un poco más de dinamismo e imaginación. Tuvo alguna llegada más y un par de ellas a balón parado, pero sin precisión en el último pase o la finalización.

Lo leyó bien Funes, que movió pieza en el descanso para regresar con Juani por la derecha y recolocar a Jesús como segundo punta a costa de sacrificar a Valcarce. El juvenil entró como un tiro y no tardó en amenazar por su perfil, desde donde se generó casi todo el peligro.

Los blanquiazules empezaron a carburar. Un gol anulado a Recio tras una espectacular tijera de Arriaza -¡qué jugador!-, un par de faltas directas (de Márquez y Rubén Sánchez) que sacó con mérito el portero rival, un disparo de Jesús que se fue por bien poquito, una contra lanzada por Arriaza en la que Juani casi conecta con Rafita, una cabezazo de Juanma que acabó en córner...

Funes entendió que era el momento de ir a por todas y realizó un triple cambio final a los 70 minutos. Uno de los que entró fue Chupete, que escuchó cómo coreaban su nombre al pisar el césped y diez segundos después en su primer balón fue víctima de penalti. Lo ejecutó, claro. Tras celebrar con sus compañeros se fue directo a abrazar a su entrenador. Al del Mancha Real, por su lado, lo expulsaron por sus airadas protestas.

Tuvo también su acción determinante el héroe silencioso de este equipo, el prometedor portero Andrés Céspedes, deteniendo una falta directa, la acción más peligrosa del cuadro jiennense, que unos minutos más tarde se quedó con uno menos. Una fea entrada de Chumilla a Salguero supuso la roja directa.

Llegó el colofón con una jugada en la que el Mancha Real se defendió como pudo. Acosado por Chupete y Rubén Sánchez, que a la segunda puso el 2-0 que dejaba todo visto para sentencia. La Rosaleda cantaba, iniciando los festejos del ascenso.

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