El clan Murillo y su merchandising, Crispi viviendo el debut de su hijo Arriaza y otras historias familiares en Talavera

La Copa del Rey, como tantas veces, afea un día bonito para el Málaga. Para sus aficionados, los primeros, pero también para los más allegados de los miembros de la plantilla. Para algunos, el torneo del KO es el torneo de las oportunidades, por eso sus entornos realizan cualquier esfuerzo con tal de estar presentes. En El Prado, en Talavera de la Reina, hubo un buen puñado de ejemplos.

Destaca, claro está, el progenitor de Pablo Arriaza. Consciente de que al fin se iba a producir el debut oficial con el primer equipo de su hijo, Crispi se trasladó hasta tierras toledanas para ser uno más en las gradas. Clásico del fútbol sala nacional, segundo de Tete en el Málaga Ciudad Redonda, se pegó la paliza como un malaguista más. Pese a la pena por el resultado, está lleno de orgullo.

Uno de los nombres de la Copa siempre es el de Carlos López. El joven portero malagueño (ya fijo en la prelista de España sub 21) fue titular y allí estaba su padre, Carlos López senior, para darle su apoyo. El que fuera delegado del Málaga es el fan número uno de su hijo, que lleva tres lustros en el club desde que se uniera en prebenjamines, todo un hito casi insuperable.

De portero a portero, estando tan cerquita de la capital, Toledo, no pudo faltar el padre de Alfonso Herrero, que apuró para estar con él hasta poquito antes de subirse al autobús con destino a Madrid a la conclusión de la cita.

El clan Murillo y su merchandising

Los que más destacaron, sin embargo, fueron los integrantes del clan Murillo. Padres, tíos y amigos del central de Malagón (Ciudad Real) acudieron en bloque a Talavera para ver una cita que, pese al resultado, fue especial para el futbolista por ser el portador del brazalete de capitán. Lucieron una curiosa manta estampada con el cromo del propio Murillo. Aunque cuenta con más merchandising particular: bolsas, pósters, cojines… Los padres del canterano estuvieron en Valladolid, como también en Tarragona el día del ascenso y viajan a La Rosaleda siempre que no haya obstáculos laborales.

Todos ellos encierran historias e intrahistorias del partido de Copa del Rey, donde pusieron el toque más humano. Lástima que, una vez más, el resultado y el juego no acompañaron.