Cultural Leonesa - Málaga CF: Fin de una era o lo parece (1-0)

Dura derrota en el Reino de León que puede suponer la puntilla para Pellicer

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Los jugadores, con la afición.
Los jugadores, con la afición. / Carlos Guerrero

El Málaga perdió en León contra la Cultural Leonesa en un encuentro que dio síntomas inequívocos de ser el fin de una era. Es el turno de los que mandan, de tomar decisiones, por mucho que éstas duelan. El equipo está superado y el entrenador, Sergio Pellicer, no es capaz de sacarle más partido a lo que tiene, que tampoco es mucho.

No es el único responsable de cómo le van las cosas al Málaga en esta temporada, pero no está mostrando poder ser parte de la solución. En León todo olía a desesperación y a desesperanza. El plan, los cambios, las caras. Una sensación de pesadumbre que resulta llamativa porque a nivel de clasificación no está en el alambre, pero el juicio constante ha devorado al técnico y a sus jugadores. Una plantilla carente de liderazgo y que no ha sido capaz de aceptar el reto de dar un paso adelante.

Falló contra un adversario inferior en casi todo lo que se puede comprar con dinero. A cambio, tenía una idea, piernas y la convicción para competir. Todo eso se le ha extraviado el Málaga, que empezó a perder esa batalla cuando en la balanza de algunas decisiones cambió realidades por promesas, compromiso por vaya usted a saber qué.

Resultaba prometedor el arranque del partido por parte del Málaga. Salió presionando arriba, ese puntito que anhelaba Pellicer en la comparación dentro-fuera. Julen Lobete pescó un balón a los tres minutos en el área y lo estrelló contra el larguero. Un mero espejismo. Gas de cava.

Jugó con fuego el Málaga, con las líneas bastante adelantadas, algo que multiplicaba su ya de por sí vulnerabilidad. Porque si algo es este conjunto blanquiazul es vulnerable. Y se aprovechó un equipo justito como la Cultural Leonesa, que parecía el visitante pero que recogió el guante de jugar a la contra.

A los malacitanos el balón le duraba poco más allá de los pases de seguridad, nadie fue capaz de ordenar, de dirigir, de imaginar y ejecutar. Hubo un tímido disparo de Lobete y un par de ellos de Rafa Rodríguez, ambos acabaron en córner, más peligroso el segundo que el primero.

La Cultu no acertó entre los tres palos en ninguno de sus intentos previos al 1-0, pero tuvo una clara en las botas de Ribeiro, que a la segunda no perdonó. Dejó atrás con una facilidad pasmosa a Javi Montero, desubicado por el carril izquierdo. Luego batió sin mayor problema a Alfonso Herrero.

No sorprendió a nadie porque se veía venir. Una vez más, el Málaga mostró su fragilidad y puso en bandeja el envite a un rival directo. Era el turno de Pellicer, que en todas las situaciones similares no había sido capaz de cambiar los partidos con sus decisiones en la lectura. Retiró al amonestado Izan Merino e introdujo a Adrián Niño para pasar a un 4-4-2.

Se dio un pequeño paso adelante. Por la intención propia y porque la Cultural estaba cómoda en bloque bajo, fiándolo todo a su ventaja y las contras. Les pudo salir caro, porque el Málaga se aproximó con peligro en diversas ocasiones, un par de ellas anuladas por Edgar. Pero también rozó en una contra asestar el mazazo final.

Rondando el 70’, Pellicer volvió a buscar algo distinto dando entrada a Dotor y Dorrio y sentando a Larrubia y Lobete. Después sentó a Rafa Rodríguez y Montero para meter a Puga y Joaquín, quedando un mapa indescifrable en el verde. No tenía sentido.

Se fueron escurriendo los minutos del partido entre la incapacidad blanquiazul y el buen manejo de los tiempos de Ziganda y los suyos. Para colmo, en el 93’, en una contra, Murillo se fue expulsado por detener a un rival que se escapaba rumbo a la meta de Herrero. Derrota del Málaga, merecida, que debe ser un antes y un después. Algo debe cambiar cuanto antes.

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