Málaga CF-Granada: Pecados de soberbia (2-2)

Pecados de soberbia que quizá ya advertía Sergio Pellicer en la previa y por eso soltó ese disparo preventivo en la sala de prensa. El Málaga dilapidó un 2-0 en el minuto 20 de partido ante un rival que no había ganado ningún punto aún. Acabó 2-2 y gracias. El equipo nazarí fue muy superior a partir de entonces. Igualó el partido al comienzo de la segunda mitad, tuvo dos disparos al palo, Alfonso hizo varios paradones y marró numerosas oportunidades. Evitó que el Málaga siquiera inquietara a Luca Zidane en el resto del encuentro. Al menos se retuvo un punto, Pellicer de hecho acabó jugando con Izan Merino en una línea de tres centrales porque había vías de agua abiertas. Sigue el equipo sin perder en este arranque de Liga, pero el cinco de nueve en La Rosaleda no es el resultado óptimo.

Pellicer dio continuidad al once de la victoria en Gran Canaria, con el cambio de Dani Sánchez por Víctor García. La necesidad del Granada estaba ahí y el estado de ánimo malaguista de inicio era otro. La confianza en este deporte es esencial. Y en sus dos primeras llegadas nítidas al área de Luca Zidane llegaron dos zarpazos de Chupete para estrenar el nueve en la camiseta de manera inmejorable. En el intervalo de poco más de cinco minutos, del 14 al 20, dos tantos del cordobés. Antes el dominio había estado repartido aunque con control malaguista mayoritario de la bola, pero sin inquietar.

El primer tanto fue fabricado por un pase cruzado magnífico de un Juanpe que exhibe su mejor nivel en su tercera temporada en Málaga. Chupete, en una decisión de delantero que procesa en milésimas y anticipa la jugada, optó por golpear de cabeza con suavidad, en vaselina, amortiguando fuerza y dejando al hijo del mito francés como una estatua de sal. Golazo.

Desde ese perfil del ataque por el lado izquierdo también se originaba el segundo gol. Gran jugado de un Joaquín Muñoz muy activo, centro cruzado y la diagonal de Larrubia le vale para ganar la partida al defensa y dejar con la cabeza muerto el balón para que Chupete la mandara con la zurda al fondo de la red.

Verse con 2-0 en 20 minutos puede confundir. Y sucedió. El Málaga tuvo unos minutos de cierta complacencia. El Granada es un equipo herido, sin confianza hasta este momento, pero con calidad. Una jugada sin aparente peligro, un par de balones muertos ganados por más tensión rojiblanca y un despiste de Puga al tirar la línea habilitaron a Bouldini para dejar un balón muerto en la frontal que Casadesús aprovechó para batir a Alfonso tras tocar en la zaga blanquiazul. De ahí al final del primer tiempo, otro balón interesante de Juanpe a Larrubia que el de La Luz mandó alto, mucha disputa y un disparo al palo de Faye que hacía agradecer al Málaga el descanso.

La salida de Pascual en la punta de ataque le dio otra actividad al Granada tras el descanso. Puga se quedó por problemas físicos en el vestuario también. El delantero pelirrojo estrelló un balón en el palo, Herrero hizo uno de sus milagros, pero en un rechace llegó Alemañ para igualar la contienda (2-2), no se puede decir que de forma inmerecida.

De ahí al final, quedaban 40 minutos, el Málaga no volvió a tirar entre los tres palos de Zidane y fue un ejercicio de impotencia ofensiva blanquiazul. Pellicer movió el banquillo, pero no aparecieron las soluciones. Tuvo una clarísima Pascual a bocajarro, un par de disparos blocados por la zaga malaguista, llegó el debut de Jauregi y el partido se fue entre las manos con uno de los arbitrajes más desquiciantes que ha habido en los últimos años en La Rosaleda, perpetrado por Lax Franco, que acabó con la paciencia de La Rosaleda. Un punto, no se pierde, pero despilfarrar un 2-0 en casa en un partido de fútbol obliga a un examen introspectivo. El Granada fue bastante mejor y mereció el triunfo.