Real Valladolid-Málaga CF: ¡Vaya punto, Niño! (1-1)

Hay puntos y puntos. Y hay maneras y maneras. El Málaga tuvo mucha personalidad en Valladolid, eso es indiscutible. Es difícil sacar más con menos mimbres. En un momento complicado, con un entrenador recién aterrizado en el mundo profesional y en un campo de un gallito de Segunda División, el equipo se repuso a un tiro en el pie a los cinco minutos que hasta hace nada le habría dejado moribundo. Lo hizo además manejando algunos registros interesantes, salvando obstáculos y superando sus limitaciones, que no son pocas.

Cuatro puntos para Juanfran Funes, que no está siendo nada timorato desde luego. Con su poquito de flor pero también con la suerte que premia a los osados (en algún instante llegó a parecer casi inconsciencia). Por lo pronto, logró que el Málaga volviese a puntuar fuera de casa, algo que no pasaba desde la toma de Las Palmas. El gol de Niño es oro aunque parezca un pasito corto. Hace nada el equipo se habría descompuesto y no habría puesto resistencia.Cuidad con eso.

Creyó Funes que repetir alineación era lo más oportuno pese a que el partido ante el Mirandés, pese al triunfo, dejó a algún hombre señalado y tampoco fue como para ponerlo en las escuelas. No tocó siquiera a Izan Merino, que entró con un vendaje en la cabeza por el golpe sufrido una semana atrás y que le tuvo toda la semana al margen.

En el libro de estilo del entrenador de Loja está la salida de balón desde el mismo portero, apurando hasta el infarto, procurando que la circulación de sus futbolistas desordene al rival y alumbre alguna vía. Un riesgo que le costó caro en Pucela.

Ni cinco minutos tardó el Valladolid, que llevaba sin marcar tres partidos, en abrir la lata. Un error grosero de Alfonso Herrero, que ante la presión de Marcos André acabó resbalando fuera de sitio y regalando el esférico a Peter Federico, que la coló desde fuera del área con un toque sutil. El portero llegó a tocarla con la mano en su desesperada reacción, un roce que para colmo sirvió para sortear a Recio, que había llegado in extremis a boca de gol con alguna opción de obstaculizar la ruta del balón.

No parece que el Málaga, con estos jugadores, esté dotado técnicamente para un fútbol así, pero es la apuesta del nuevo entrenador. Y así se llegó al descanso, sí, 40 minutos de lluvia y cero fútbol. Algún acercamiento del Valladolid con poco colmillo y un córner de los blanquiazules con una estrategia peculiar además de un inocuo 61% de posesión.

Entró mucho mejor el Valladolid en la segunda mitad, generando peligro y rozando el segundo, evitado un par de veces por Alfonso Herrero. Y sin embargo fue el Málaga el que golpeó. Una acción de fe y calidad de Larrubia, un centro medido de Víctor García al área y un timing perfecto de Adrián Niño para marcar de cabeza. Y él mismo anduvo cerca de marcar el segundo con un disparo al primer toque tras otra buena combinación. Guilherme despejó.

Y fue moviendo el banquillo poco a poco, primero retirando a los dos amonestados y después con un toque táctico. Sentó a Joaquín Muñoz e introdujo a Chupete, cayendo Niño a la izquierda. Duró poco, porque gastó la tercera ventana Funes cuatro minutos más tarde para meter a Lobete.

Precisamente el vasco puso de los nervios a todo Zorrilla tras un disparo que Guilherme mandó a córner tras envenenarse por contacto con un defensa. Sonaban pitos, pero aun así los pucelanos rozaron el 2-1 con un cabezazo de Chuki a la madera que retumbó en el estadio.

Los últimos compases fueron intensos, de ida y vuelta. Con Alani expulsado por doble amarilla y con un disparo que Herrero rechazó con los puños. Se aferró al punto el Málaga, pero sin encerrarse y tratando de opositar al triunfo hasta el final contra un adversario que a priori es candidato al ascenso.