Love Story hizo llorar a millones de personas en todo el mundo tras su estreno en 1970, dejó frases recordadas como "el amor significa no tener que decir nunca lo siento" y fue todo un éxito de taquilla. Su director, Arthur Hiller, murió la noche del miércoles al jueves en su casa de Los Ángeles a los 92 años, según informó ayer la Academia de Hollywood, institución de la que el cineasta fue presidente desde 1993 hasta 1997.

Hijo de emigrantes judíos de raíces polacas con marcada afición teatral, nacido en Edmonton (Canadá) en 1923, Hiller dirigió más de 30 películas, entre las que se cuentan Anatomía de un hospital (1971), Los encantos de la gran ciudad (1970) o Los suegros (1979), todas ellas comedias. Antes había dirigido episodios de series de televisión en Canadá, medio en el que también trabajó en Estados Unidos, tras afincarse en Los Ángeles y participar en La ley del revólver, Naked City o algunas entregas de Alfred Hitchcock presenta. Su debut en el cine llegó en 1957 con The Careless Years. Pero su mayor éxito le llegó en 1970 con el drama romántico Love Story, ganador de un Oscar (a la mejor banda sonora, firmada por Francis Lai) y nominado a otros seis, entre ellas el de mejor dirección.

Sacar adelante el rodaje de la película, sin embargo, no fue fácil. El dinero era escaso y el guión, obra de Erich Segal, autor de la novela en la que se basaba el filme, "demasiado sentimental". El propio Hiller confesó en 2010 a Vanity Fair que se vio obligado a hacer grandes esfuerzos para que la película "no se convirtiera en una telenovela". "Quería que el espectador tomara partido, pero no que lloriqueara desde el principio", explicó el director a la revista a propósito de aquella famosa historia de amor, de gran impacto generacional, entre un rico estudiante y deportista de Harvard (Ryan O'Neal) que, en contra de la voluntad de su severo padre, se casa con una preciosa y encantadora muchacha sin dinero, interpretada por Ali MacGraw. La actriz, consternada tras conocer la noticia de la muerte del cineasta, al que definió como un "extraordinario y talentoso ser humano" que fue "parte integral de una de las mayores experiencias" de su vida.

Hiller recibió en 2002 el Oscar honorífico Jean Hersholt Humanitarian Award en reconocimiento a su compromiso activo con las instituciones benéficas y de defensa de los derechos civiles.